Los accidentes de tránsito son una tragedia en el Ecuador. Aquí se consideran una de las causales de muerte más altas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) los atribuye a la impericia y a la imprudencia.
La huella de dolor que deja en los familiares una muerte por accidente es alta. Pero también el costo económico de un choque o atropellamiento, muchas veces, hunde en la miseria a la familia o al menos la deja endeudada. La misma OMS calcula que cada año una cifra de USD 500 millones se destinan a los gastos de salud, hospitales, medicinas, rehabilitación y ayudas para que los pacientes accidentados puedan recuperarse o superar algunas de sus lesiones físicas. Otras, son imborrables o definitivas y hay causales de discapacidad severa.
Un reportaje que publicó ayer Diario EL COMERCIO muestra algunas de las desgarradoras historias de estos costos económicos y sus secuelas.
Por eso es que el Estado debe prepararse para afrontar los impactos de estos daños. Una atención de salud generalizada, como manda la Constitución, y una extensión de la seguridad social hasta que sea universal se imponen. Mientras tanto, las personas deben mejorar su seguridad privada para atenuar costos que pueden cambiar la calidad de vida y los gastos familiares.
Hay que insistir en las precauciones para evitar accidentes de tránsito. Se impone respetar la normativa y contar con equipos de limitación de velocidad para bajar el alto número de accidentes. Esa debe ser una gran cruzada nacional.