La abnegada labor del personal de salud
La pandemia deja una estela de dolor y causa un sacudón planetario sin precedentes.Las personas que se entregan en la tarea diaria de reconfortar a los demás, de cuidar a los enfermos, de extremar acciones para salvar vidas y contener el avance de los procesos graves, merecen gratitud total.
Las jornadas son extenuantes. Hoy lo son en Quito y en otras ciudades, como lo fueron antes en Guayaquil y en otras latitudes ecuatorianas donde el covid-19 causó graves estragos.
Viven jornadas de hasta 25 horas lejos de sus familiares. Protegidos con trajes que los aíslan de los enfermos para evitar el contagio, atrás de mascarillas y visores de acetato.
Su vestimenta encierra corazones solidarios y sensibles. Muchos cayeron en la lucha, en la primera línea de toda la sociedad. Muchos soportan sus temores a partir de una exigencia ética que suele llevarlos más allá de lo humanamente soportable.
Con situaciones extremas, al límite de lo comprensible, aquel juramento hipocrático se pone a prueba. Hay personal médico y de salud que no lo soportó. No cabe juzgar, eso sucede en tráfagos como este. Pero miles de médicos, enfermeras, auxiliares, laboratoristas, camilleros, personal de limpieza y conductores de ambulancia siguen esa lucha sin cesar, aunque el horizonte por ahora no esté claro.
La mayoría había leído de las pandemias o de la gripe española o de la peste negra, por ejemplo, en los libros de historia. Sabían que de tiempo en tiempo estas cosas se presentan. La mayoría no habrá imaginado siquiera vivir este drama.
Las jornadas son tensas, todo se hace rápido y debe hacerse bien, y con ese cuidado y amor por la profesión más humana de cuantas se ejercen.
Y luego, llegar a casa, mantener distancia con la familia, evitar mayor contacto para protegerlos frente a los potenciales riesgos. Y dormir unas horas para madrugar otra vez a encontrarse cara a cara con la pandemia generada por el covid-19.
Cuán diferente la actitud de aquellas personas que, sin necesidad alguna, de modo irresponsable se exponen y, sobre todo, exponen a sus familiares y conciudadanos frágiles.