Los hechos acaecidos en las últimas semanas en la frontera norte, incluido el secuestro de periodistas de Diario EL COMERCIO, evidencian un cambio en los escenarios de seguridad. Si hasta hace poco hablábamos del Ecuador como una “isla de paz”, eso no va más.
Hay dos factores que, desde mi punto de vista, han afectado para que esos escenarios de la seguridad sean distintos: el posconflicto colombiano y el descuido, premeditado o no, en los aspectos de seguridad de parte del gobierno del ex presidente Correa.
Uno de los efectos del proceso de paz en Colombia ha sido el fortalecimiento de grupos criminales (en muchos casos, conformados por ex integrantes de las FARC), dedicados especialmente al narcotráfico. Si antes amplias zonas de los departamentos de Nariño, Tumaco y Putumayo fueron controladas por las FARC, ahora son estos grupos criminales e incluso miembros del ELN los que tienen mayor predominio. Los ataques terroristas de Esmeraldas han sido comandados por la banda dirigida por alias “Guacho” (ex integrante de las FARC), con la clara intención de impedir las acciones de control de drogas y que hace la Policía y las Fuerzas Armadas. Como si fuera poco, han secuestrado a periodistas de Diario EL COMERCIO.
Mientras se han fortalecido estos grupos, la acción del Estado ecuatoriano ha sido calamitosa, especialmente en la década pasada. El gobierno de Correa se destacó por no hacer nada o hacerse de la vista gorda.
Descuidó los temas de seguridad. Se puso como ministros a políticos que, en su mayoría, desconocían de estos aspectos. Nunca se actualizó el Libro Blanco de la seguridad y defensa. Si no hubo un plan consistente, peor aún una estrategia de seguridad encaminada a enfrentar las nuevas amenazas de la seguridad. Al contrario, como un plan premeditado para debilitar a las FF.AA. e incluso a la Policía, se promovieron una serie de reformas legales. Subió los sueldos de policías y militares para mantener su respaldo, pero se limitó la compra de equipos y medios con los cuales puedan operar de manera efectiva. Claro, se compraron radares que nunca funcionaron, helicópteros sin mayor criterio técnico…
Uno de los aspectos que tiene vital importancia para el combate a estos grupos criminales son las labores de inteligencia. Durante el correísmo se fortaleció la Senain pero con motivaciones políticas pero se descuidó la consecución de información de grupos irregulares y criminales. De igual modo, se limitó el trabajo que tanto las Fuerzas Armadas y la Policía hacían en el ámbito de inteligencia.
Si se quiere evitar que la escalada de la violencia crezca en la frontera norte o que eventualmente podamos convertirnos en un narcoestado, es de vital importancia que el presidente Moreno de un tratamiento totalmente distinto a los temas de seguridad.