La isla de paz quedó en la historia o la leyenda. Es quizá una quimera, un sueño del pasado cuyo retorno no parece posible recuperar.
Más allá de estadísticas y listas enojosas la realidad cotidiana marca un momento distinto. Solo hay que hablar con la gente para saberlo en toda su truculenta realidad.
Enero llegó signado por los ataques terroristas en Esmeraldas. Zona fronteriza donde operan peligrosos grupos armados y mafias con marca transnacional.
El alto precio ya lo pagaron con dolor las familias de uniformados destinados a cuidar el orden bajo el estado de excepción decretado. Contamos tres muertos y varios heridos. Los explosivos han detonado en la propia vereda de un cuartel policial y en distintas ciudades de lugares donde se vive bajo miedo. La seguridad de la gente vale oro, la idea de desplazarlos a sitios seguros, lejos de su tierra y sus fuentes de ingresos no parece ser una solución para quienes no tienen nada más en este mundo. Colombia ya lo vivió por la violencia guerrillera y terrorista y a nuestro país llegaron miles y miles de desplazados y refugiados.
Para retratar esa realidad en el norte de Esmeraldas y contarla, como corresponde en una sociedad libre y bien informada, un equipo periodístico de EL COMERCIO viajó a la zona, como antes lo hicieron varios otros de este y otros medios. La obtención de nuestros reportajes, cumplen los protocolos de seguridad aconsejados y en su tarea informativa, han logrado trasladar al público la realidad de la zona para que el país tome conciencia de las vivencias de sus habitantes allá donde nada es fácil.
En eso se hallaba el equipo periodístico secuestrado en territorio ecuatoriano. La solidaridad no se ha dejado esperar y esa muestra de una sociedad que quiere ser libre es un estímulo para trabajar mejor, para informar bien y sin ataduras.
Para ello hay que contener lo emocional y seguir registrando los otros temas de la vida nacional, las tensiones de la política, las causas pendientes de la justicia, las expectativas por el plan económico que quizá nos permita salir de la crisis, expandir la producción, crear riqueza y generar fuentes de empleo. Ese país sigue pidiendo a los medios la cobertura de los temas de la educación y los deportes, de la cultura, las tendencias, la tecnología y el entretenimiento. Tremendo reto para hacerlo bien, en medio del pensamiento y el corazón que nos remite cada minuto a nuestros compañeros.
Mientras, más al sur, en las costas seguirán los embarques de lanchas; decenas de pescadores, engañados o amenazados por los delincuentes, están presos. La tarea de vigilancia del narco lavado y las fortunas mal habidas imponen retos al establecimiento, a fiscales, jueces y policías. Los medios deben reflejar esa realidad por cruda que sea, en bien de la colectividad.
Más allá, la directora de la cárcel cae acribillada por balas asesinas y llena de dolor a sus seres queridos. Ecuador era una isla de paz, hoy vive tiempos violentos, no debemos asumirlo como ‘natural’, nos negamos.