¿Puede uno estar con Maduro? En las paredes de Quito se lee: Ecuador con Maduro. ¿Qué se quiere apoyar? Entre los que definen la política en negro y blanco, y consideran que alguien que se reclama de la izquierda necesariamente encarna el bien, a lo mejor Maduro encarne algún proyecto válido.
Pero complicado resulta, más que antes, adherir a posiciones y personajes cuyo proyecto político enunciado se han volatilizado e incrementan demagogia para justificar su incoherencia. En Venezuela, además, se defiende proyectos de pasados caducados.
La crisis económica y social venezolana resulta injustificable en un país que hasta hace poco tenía abundantes reservas monetarias. Mal se la explica por las acciones de los oponentes, pesa más la incapacidad de gobernar del círculo bolivariano. En América Latina, se habla fácilmente de crisis. Pero en Venezuela, es imposible no ver una crítica situación, cuando la delincuencia, la inflación y la fuga de capitales baten record mundial, cuando no se dispone de artículos de primera necesidad (papel higiénico, dentífrico, detergentes, lácteos, harinas, ..), hay muertes en los hospitales por falta de alimentación, agua, electricidad o primarios medios sanitarios (70% de escasez de medicinas), etc.. Sin embargo, el gobierno persiste con políticas que favorecen la especulación y la fuga de capitales. La persistente caída del PIB viene de años antes del bajón del precio del petróleo, no sirve de mágica explicación de la descomposición económica.
Los hechos no cuentan para el gobierno, la irrelevancia de su política económica tampoco, todo lo justifica en la acción de los oponentes, una derecha sin innovación. Si el gobierno ahonda la crisis y quiere solucionarla con medidas a la cubana, mientras Cuba busca salir del sistema quiere decir que no tienen proyecto sociopolítico alternativo.
Si lo que hace se defiende como si fuera de izquierda, sería desprestigiarla más. La izquierda no puede ser la ausencia de proyecto sociopolítico, un gobierno de caos, empeñado principalmente en mantenerse en el poder a como de lugar, sin importarle sus negativas consecuencias sociales. No puede ser tampoco una red de facciones civiles y militares disputándose los privilegios de los recursos estatales y el enriquecimiento con una corrupción que no es camuflada.
La izquierda, si quiere ser alternativa de poder, no puede quedarse colada a estas desgracias que refuerzan las desigualdades, la desesperanza social, la pobreza y desilusión. Con esta herencia no podrá competir con las otras fuerzas políticas.
Ya no puede victimizarse culpando de esta desgracia a los oponentes, para quitarse toda responsabilidad. Las izquierdas que se ven en alternativa social y política, no pueden sino distanciarse de este desgobierno y de falta de proyecto alternativo.