Ecuador, ¡maravilloso para el turismo! Sus paisajes ofrecen todo: volcanes de nieves eternas, valles de tonalidades verdes inesperadas, la selva hacia el este donde nace el gran Amazonas y por el oeste, playas interminables de espectaculares caídas del sol. La diversidad de su gente, sus costumbres milenarias. La gastronomía, un mundo en sí mismo, con variantes inesperadas que llaman la atención. Su clima benevolente, sin extremos, que permiten el todo cultivo. Bienes naturales y culturales patrimoniales como las Islas Galápagos, el Yasuní, Quito, la primera Ciudad Patrimonio de la Humanidad, una lista interminable. Apasionada como soy de mi país, Ecuador podría ser turístico por excelencia.
Debemos comprender como país, que el turismo se basa en todo lo anterior pero, si el Gobierno central, los sectoriales y locales, no participan en la capacitación y control de cumplimiento de mínimas regulaciones, ese inmenso potencial para ser turísticos queda en un sueño. Porque aún falta la excelencia en servicios.
La salubridad es esencial, la limpieza en la preparación de los alimentos y el agua que se usa, si es que la hay potable; que los alimentos sean frescos -sobre todo por la inmensa variedad existente- y no congelados, guardados o pasados. En esto, se incluye la calidad de agua que se ofrece en los hoteles y restaurantes e inclusive, el control sobre el agua embotellada ya que es fácilmente adulterada y contaminada. En los servicios higiénicos públicos debe educarse, así, los propietarios no solicitarán y los clientes no acostumbrarán, botar papel higiénico en los tachos hasta su desborde. Nada más antihigiénico. Que los servicios de las gasolineras, hoteles y otros estén siempre limpios (alguna normativa existe, pero nadie que la controle) y dotados de agua. Escribir sobre estos temas es desagradable por las memorias que despierta en aquellos que recorremos nuestro país; mejor ni imaginar las experiencias de los turistas extranjeros.
Para los feriados de fin de año, las playas son destino favorito, aunque de a poco comienza a cambiar y se aceptan otros en la Sierra u Oriente. El más popular resulta en playas sucias por falta de cultura de los usuarios y ningún control de ministerios o municipios. Un basurero desagradable en un mundo que camina hacia la conservación. El ruido descontrolado cambia lo hermoso y pacífico por desagradable e insoportable. Los locales de comida sin ningún tipo de control que desemboca en enfermedades gastrointestinales. Y, ¿qué decir de los cortes de luz y agua? Año tras año sucede en los sitios más apetecidos y no queda otra más que aceptarlo resignados.
El Ministerio del ramo, las autoridades locales y otros, deberán dedicarse a convertir al país en eminencia turística en vez de gastar en tanta propaganda que nos lleva a creer que los turistas llegan a chorros durante todo el año. En vez de millones en publicidad que queda en el aire, podríamos aceptar que All you need is not Ecuador, sino que Ecuador nos necesita para llegar a ser una potencia turística.