Este inicio de año debe ser de definiciones importantes. Primero las de orden político, administrativo y judicial y luego, de inmediato porque no se pueden dilatar las cosas, las económicas porque la situación interna así lo exige.
La salida del vicepresidente de la República es inminente por todos los hechos sucedidos. Por un lado el cumplimiento de los 90 días de su ausencia del cargo y por otro la disposición de destitución resuelta por el Contralor Subrogante, que con diligencia ha destapado en forma sustentada la olla de la corrupción de los diez años del correismo, en contraste con el titular que fugó a Miami y que había guardado y represado tantos casos de irregularidades en la contratación pública.
A esto se suma la sentencia de seis años contra el segundo mandatario, su tío y otros, en el primer caso por asociación ilícita, que derivará en otros juicios por cohecho, peculado, concusión, lavado de activos, testaferrismo, delincuencia organizada, como la Fiscalía justificara documentadamente. Por cualquier lado el funcionario deberá dejar el cargo y seguir en la cárcel, por dictamen de la Corte. Si él fue un alto exponente del correismo, significa que ha entrado en el ocaso debido a que la organización implosionó en medio de la división interna, aunque los ovejunos sigan defendiendo lo indefendible o dilatando el juicio político para evitar el baño de verdad ante el país.
Otro de los hechos será el proceso para llegar a la consulta popular del cuatro de febrero próximo cuando se concurra a las urnas para que el pueblo se pronuncie sobre el rescate de la institucionalidad, afectada por el correismo, que tuvo contradicciones flagrantes. Primero le hizo aprobar al pueblo en el año 2008 la Constitución de Montecristi en donde no se aprobó la reelección indefinida sino hasta por una sola vez, pero el encanto del poder les hizo engañar y cambiar de posición para buscar a futuro la perpetuación en la Presidencia, en beneficio de una persona que fuera cuestionada por la forma como abusó y atropelló todo en nombre de una revolución que dejara en crisis a la economía. Será la oportunidad de sepultar la demagogia populista.
El otro tema importante a definirse será el nombramiento en la Asamblea Nacional del nuevo vicepresidente de la República, según la Constitución. Allí será fundamental que el primer mandatario piense en el país y su futuro antes que en su movimiento y sus seguidores. En este sentido deberá estructurar y enviar la terna con tres nombres de ecuatorianos ilustres para la segunda magistratura. Lo necesario es que aquellos nombres no provengan ni del correismo ni del actual oficialismo a fin de buscar acuerdos en torno a la gobernabilidad que se requiere para enfrentar problemas mayores en materia económica, restablecer la confianza y evitar una nueva crisis.