Con necesidades fiscales de financiamiento cercanas a los USD 11 000 millones, cifra que incluye el déficit fiscal, los pagos de capital de la deuda pública, los atrasos, entre otros compromisos no constantes en el Presupuesto General del Estado, el Gobierno -sin ahorros y con reservas internacionales escuetas- continúa su proceso de endeudamiento agresivo. Además, empieza a utilizar la emisión de títulos valores y otros papeles como un paliativo adicional a la falta de plata.
En lo concerniente a la deuda interna, concentrada la misma en la emisión de bonos de Estado que son comprados por el IESS, deja ya de lado las inversiones en el sector privado y aglutina todo en el sector público. Es decir, concentra todas las inversiones del IESS en el Gobierno, sin ninguna consideración de diversificación de riesgo. Es obvio suponer que no destinar liquidez del IESS a la compra de papeles emitidos por el sector privado es por la apremiante necesidad de plata del Gobierno.
A esto se suma la compra de bonos de Estado utilizando recursos de las reservas internacionales, dinero donde el Gobierno mantiene solo una porción pequeña siendo mayoritaria la relativa a los depósitos de los bancos, gobiernos seccionales y de la seguridad social. Es decir, ha realizado lo que siempre fue prohibido por ley, ahora ya permitido pero no por ello sano, de dar al Banco Central del Ecuador (BCE) el rol de un banco comercial, que le preste plata al Gobierno. ¿Quién le dijo al Gobierno que el BCE es un banco comercial? El BCE ni con moneda propia, peor en dolarización, puede prestar recursos a nadie. El ex Instituto Emisor es una entidad que debe velar por los medios de pago. Es el custodio de la liquidez en la economía para precautelar la propia dolarización.
Ahora la creatividad pasa a la emisión de títulos valores por parte del BCE, conocidos como TBC, destinados al pago de impuestos del sector privado. El empresario recibe estos títulos, los negocia en el mercado con un cierto descuento y alguien finalmente paga sus impuestos al SRI. Para el lado privado es transparente tal operación, hasta diría conveniente porque cancela obligaciones tributarias. Sin embargo, para las finanzas públicas se está introduciendo una nueva obligación fiscal de muy dudosa capacidad de pago por parte del BCE. Al vencimiento del papel emitido, que es a un año plazo, el SRI debería acercarse al BCE y pedir que le entregue liquidez a cambio del papel. ¿Qué liquidez le va a entregar el BCE al SRI si la misma no es suficiente, no es propiedad del BCE ni del Gobierno? Seguramente le canjeará por otro papel a otro plazo.
Estas emisiones del BCE sin el debido respaldo formarían parte de lo que se conoce como el déficit cuasifiscal, el mismo que deberá sumarse al desequilibrio del presupuesto y que algún día tendrá que pagarse. Es terrorífica la herencia para el nuevo gobierno.