La sociedad requiere expresar sus conflictos, descontentos, diferencias, pluralidad de ideas. Si no se lo logra en la política, una de cuyas funciones es tratarlos, se expresarán en otros espacios, tal como las iglesias, círculos cerrados, diversas organizaciones o la calle, amablemente o en la confrontación inclusive.
Un medio principal de esta expresión fue el Legislativo. Ahí se encontraban representados diversos sectores de ideas, proyectos de sociedad, intereses, regiones o grupos de todo tipo. El valor primero del Legislativo era expresar a la diversidad social.
Ecuador, sin embargo, está viviendo cambios en su agitado legislativo. Antes expresaba al extremo el fraccionamiento social, con sus múltiples partidos, sin lograr mayorías, lo que complicaba el gobernar. Ahora, predomina una fuerza política y el Gobierno dispone de una amplia mayoría para decidir de todo y tiene estabilidad.
En cambio, el Legislativo no tiene la mínima autonomía; el Ejecutivo vigila hasta los discursos de los asambleístas no digamos sus decisiones. Es positivo que trabaje en conjunto con el Ejecutivo, que este tenga iniciativa legislativa y una mayoría.
Pero una vez definido un programa legislativo por el partido del Gobierno, el Parlamento debe tratarlo según el pluralismo legislativo. ¿Por qué algún grupo del Gobierno, si no la secretaría jurídica presidencial, serían los únicos en saber lo que conviene sobre algún tema y no enriquecer la propuesta con el conjunto social al cual se supone consulta el Legislativo?
El Legislativo fiscaliza simbólicamente, cuando los temas por tratar, de corrupción, por ejemplo, abundan, y la participación ciudadana está reducida a una socialización de propaganda.
Así el Legislativo ya no es el contrapeso que deber ser en un régimen presidencial y democrático de separación de poderes.
Podría ser algo democrático para lograr más legitimidad y leyes que duren. Pero predomina la estrategia de ganar y ganar, justificada en que se tiene un programa redentor, lo que lleva a la imposición. Predomina una élite pequeñísima, que tendría la iluminación sobre todo y ha logrado un sistema de apoyos y cuadros elaborados y conscientes unos, y una mayoría que simplemente ejecuta decisiones.
Pocos son los legisladores con vuelo propio en AP. La mayoría repite panfletariamente el discurso oficial de la propaganda. Empobrecen la política. ¡Poco se aporta a la formación e información de la población! El Legislativo está en deuda con la sociedad que excluye y con la democracia que no la consolida sino carcome su dinámica institucional, y la vuelve simple ritual de formalidades, de apariencias.
No está escrito que la tarea principal del Legislativo es expresar la sociedad y trabajar con ella, para que pluralismo y control al Ejecutivo den sentido a la división de poderes. Eso el Legislativo le debe a la sociedad.