China, la nueva rica, se gastó 80 millones de euros hace cuatro años y presentó el mayor espectáculo inaugural en la historia de los Juegos Olímpicos. La Gran Bretaña -que hoy comparte los problemas económicos de Europa- puso solo 36 millones de euros y encargó al productor Danny Boyle y a sus auxiliares cubrir la diferencia con una mezcla del ingenio y de la historia británicos. El resultado fue positivo. Hay el reconocimiento internacional de que la apertura de la trigésima Olimpiada de la Era Moderna fue digna, tuvo calidad y la reina Isabel y los otros actores pueden sentirse satisfechos. Londres no podía fallar.
La inauguración fue un homenaje al Reino Unido y a sus más finos valores. Los británicos, por supuesto, no perdieron la oportunidad de recordar sutilmente que esa pequeña isla dominó a la mitad más grande del mundo en el pasado y hoy guarda severamente sus tradiciones mientras vive sus realidades. Pero el espectáculo no elogió al país de ayer rodeado de colonias y menos a sus mariscales o a sus guerras. Tampoco a sus grandes estadistas, que sí los tuvo y hoy son reliquias. No. Fue un homenaje a la cultura y a los más finos y progresistas aportes británicos, con intenso colorido, sí, pero básicamente con toques espirituales en un marco de gran color. Por supuesto, con un espacio merecido a la música, con sus Beatles, Rolling Stones y el resto. Con menciones simples pero significativas para decenas de valores y puntos claves de ayer y hoy, sin olvidarse de Shakespeare, Harry Potter, Charles Chaplin, Mary Poppins, el rock, el pop, Big Ben y cien más.
Para redondear la inauguración británica no faltó la presencia de personajes vivos, dando paso a la emoción y al humor isleños. Como el singular encuentro entre la reina Isabel y James Bond (Daniel Craig) y el lanzamiento de los dos -ficticio, por cierto- en paracaídas, para llegar al estadio Olímpico. Más aún, la presencia de un humorista de fama como Mr. Bean y la actuación -en un espectacular fin de fiesta- de un Paul McCartney de 70 años, entonando el clásico Hey Jude, que antaño cantó con Los Beatles. Muy interesante.
Por supuesto, fue grato como siempre el desfile de los 10 490 deportistas -entre ellos 36 ecuatorianos- que llegaron a Londres luego de clasificarse entre los mejores de sus países y del mundo. La nómina de abanderados es un lujo. Personalmente, fue un gusto ayer rememorar que en tiempos idos anduvimos por las Olimpiadas, fue en Múnich 1972, cuando hubo muchos episodios gratos y una tragedia por el ataque y muerte de 11 deportistas israelitas. Nos olvidamos algo más. Jorge Delgado, nadador de Guayaquil, estuvo a punto de ganar una primera medalla por el Ecuador; y también anduvo por esos lares Abdalá Bucaram, como corredor de 100 metros, aunque no pudo intervenir por una lesión. Recuerdos.