‘E l Gobierno actual no ha cambiado la composición del gasto público en agricultura ni sus beneficiarios con relación a la época abiertamente neoliberal”. La afirmación corresponde a un artículo de Diego Carrión Sánchez, publicado en el último número de la Revista Economía, de la Universidad Central del Ecuador. Además de la continuidad neoliberal en la política agropecuaria, esta tendencia se encarnaría, según este autor, en otras políticas emblemáticas del Régimen, como la extensa red vial articulada a un modelo productivo basado en la extracción primaria, o la reforma a la Ley de Minería que se pretende pasar de agache en la Asamblea Nacional.
La aseveración de marras sintetiza una de las tesis planteadas como parte de un extenso proyecto de investigación coordinado por Francisco Muñoz, bajo el título “Balance crítico del gobierno de Rafael Correa, 2007-2013”, cuyo primer avance ha sido recogido en la mencionada publicación. Sus autores ponen en evidencia las contradicciones que afloran entre el modelo económico y político aplicado por el Régimen y los postulados centrales del sumak kawsay. El eje del proyecto oficial oscilaría entre la persistencia de políticas neoliberales y la aplicación de un modelo neodesarrollista centrado en el fortalecimiento de los sectores productivos más rentables.
En esta lógica, la recuperación del Estado, de la que tanto alardea el oficialismo, no tendría más que dos propósitos fundamentales: el reparto no conflictivo de los excedentes entre las mismas viejas élites económicas del país, y la contención de las luchas y protestas sociales mediante el reparto marginal de recursos a los sectores más desposeídos.
Estamos frente a una paradoja hábilmente disimulada por la publicidad oficial, pero que no escapa al ojo crítico de estos analistas: pese a la importante inversión pública realizada en programas sociales, resulta que las desigualdades de todos los grupos poblacionales respecto del segmento de los más ricos se han incrementado en estos años.
En el fondo, vivimos una irresoluble contradicción entre el pragmatismo de la política económica y la retórica gubernamental del sumak kawsay. Como bien lo señala Santiago García Álvarez en la misma investigación, la inconsistencia deriva del diseño tecnocrático de las políticas públicas, y de la escasa o nula participación social en el proyecto correísta, lo cual ha provocado que las iniciativas orientadas a potenciar la economía social y solidaria, o la soberanía alimentaria, hayan sido relegadas a un triste segundo plano. De igual modo, la intención de cambiar la matriz productiva a partir de una mayor explotación de recursos naturales no tiene ninguna coherencia con la noción de armonía con la naturaleza que sustenta al sumak kawsay.