Cuando la economía de un país está pasando por un período de crecimiento sostenido hay estabilidad política. Se crean nuevas oportunidades para generar empleo y aumentan la inversión y el consumo. La banca, a través del crédito, estimula aún más el crecimiento económico. El Fisco recauda más impuestos que a su vez los regresa a la economía vía gasto corriente e inversión, reforzando la bonanza. El crecimiento del consumo genera cuantiosos déficits comerciales que deben de ser financiados. Todo un país aprovecha el ciclo alto y desecha los desequilibrios y distorsiones que van presentándose. En este período crece el endeudamiento público y privado y ciertos mercados comienzan a registrar una inflación de precios. Se inicia la formación de burbujas sobre todo en el sector inmobiliario y en los activos financieros. A nadie le importa lo que está pasando mientras crece el empleo, los ingresos y el consumo. Las políticas sociales cuentan con recursos y comienzan a surtir efecto y muchas familias salen de la pobreza y se incorporan a la masa de consumidores. El frenesí continúa su marcha y los desequilibrios económicos y financieros se hacen más evidentes pero nadie advierte los peligros que se ciernen a futuro, ya que son parte de la fiesta. Cuando la situación cambia y la economía entra en su ciclo bajo, comienza el malestar. Al no poder mantener el ritmo de gasto los sectores público y privado entran en crisis. Los gobiernos deben corregir sus crecientes déficits financiados con deuda y aplicar austeridad. El sector privado baja su consumo. Las medidas de aus-teridad de estos dos sectores golpean con fuerza a la población que por largo tiempo había disfrutado de una bonanza que creyó permanente. Es lo que está pasando en los países periféricos de Europa. Una década de aparente bonanza que se inició con la introducción el euro en enero de 1999, desapareció de un plumazo. El deterioro económico contaminó la estabilidad política. Irlanda convocó a elecciones y el partido que estaba en el gobierno perdió por amplio margen. Portugal siguió los mismos pasos y un nuevo partido político asumió el poder. El Primer Ministro de Grecia, agobiado por las violentas protestas callejeras en contra de las medidas de ajuste, dimitió a favor de un tercero con el compromiso de que se convoque a elecciones anticipadas. En España, el Gobierno socialdemócrata perderá las próximas elecciones. El Primer Ministro italiano anuncia su dimisión. Según la sabiduría convencional, todos ellos culpables de la crisis económica. La economía les pasó la factura política a pesar de que algunos de los mandatarios reemplazados en el poder no generaron la crisis. Este cambio en la conducción no evitará el ajuste. Los excesos hay que pagarlos.