La frase atribuida a Albert Einstein, “Si siempre se hacen las cosas de la misma manera, se obtendrán siempre los mismos resultados“, cuya autoría no está verificada, contiene un principio lógico fundamental. Este concepto resuena con la inminente transición gubernamental en el país, que exige un enfrentamiento decidido a la crisis económica que lo agobia.
Las estrategias de economía de mercado no han demostrado ser adecuadas a las necesidades sociales; esto explica su cuestionamiento en Latinoamérica, especialmente en lo que respecta a las consecuencias sufridas por los sectores de bajos ingresos. En Ecuador, los últimos años se han caracterizado por un crecimiento exiguo y una profundización de las desigualdades, evidenciada por el aumento de la pobreza.
Tras las recientes elecciones, el Presidente de la República ha expresado su firme voluntad política de construir un “nuevo Ecuador“, superando el lastre de un pasado inmediato percibido como la fuente de los problemas nacionales. Esta proclama debe ser tomada con seriedad por todos los sectores.
El país requiere cambios trascendentales, alcanzables únicamente mediante un esfuerzo conjunto que contemple etapas a largo plazo. El primer paso crucial hacia este nuevo Ecuador es reemplazar el discurso triunfalista y la polémica, por la promoción de la unidad nacional. Sobre esta base, la definición de objetivos gubernamentales claros para el desarrollo económico y social, sustentados en principios básicos y pilares de soporte, encontrará un sólido asidero. La población debe conocer la meta a alcanzar y la estrategia definida por el Primer Mandatario, abierta al análisis y respaldo de los diversos sectores.
El nuevo Ecuador en materia económica implica un cambio fundamental del modelo aplicado en los últimos gobiernos, responsable del deterioro de las condiciones de vida de la mayoría. Es imperativo superar las profundas grietas sociales causadas por la corriente neoliberal que ha predominado durante casi una década. Los resultados son evidentes: aumento de la pobreza, ampliación de la brecha social y reducción del acceso a necesidades básicas como salud, educación y vivienda digna.
El compromiso del nuevo gobierno debe centrarse en la adopción de políticas económicas que superen la inequidad y la pobreza, humanizando el sistema económico vigente. El crecimiento económico no puede ser un fin en sí mismo. Se debe abandonar la idea de que “primero hay que crear la riqueza para poder distribuirla”. Por el contrario, el proceso productivo, al involucrar todos los factores de la producción, es intrínsecamente un proceso de distribución de la riqueza, manifestado en el pago de salarios, de costos de bienes y servicios, por tecnología y conocimiento y otros que intervienen en el proceso de producción.
Por tanto, el gran cambio radica en definir un proceso de crecimiento económico inclusivo, enfocado en mejorar el nivel de vida. Esto se logrará mediante la participación de la fuerza de trabajo en condiciones adecuadas y justas, impulsando la generación de empleo a través del fortalecimiento del sector productivo, sin recurrir a la desregulación del mercado laboral.
Los fines de la producción deben alinearse con el desarrollo de los sectores productivos más representativos de la realidad ecuatoriana: la pequeña industria y la agricultura, fomentando a su vez el desarrollo local y respetando las especificidades territoriales, sus recursos y la capacidad de las comunidades para definir sus necesidades y vías de progreso.
Temas sensibles como los sectores estratégicos, la inversión extranjera y la deuda pública deben abordarse mediante una discusión amplia, libre de dogmas o imposiciones externas, siempre en defensa de la democracia. El viejo país de la corrupción generalizada, los privilegios, la improvisación, el reparto, los negocios fraudulentos, el desconocimiento de la realidad social, el desprecio al Estado y el irrespeto a la Constitución, debe llegar a su fin. Para lograrlo, son decisivas la voluntad política, la promoción de la unidad nacional y la identificación de objetivos que unan a los sectores sociales y políticos. La conformación de un equipo de trabajo comprometido con las causas nacionales, altamente capacitado, con experiencia en la vida pública y un profundo amor a la Patria, será un factor crucial para el éxito de la estrategia.
Para obtener resultados diferentes, se debe actuar de manera diferente. El Ecuador tiene la oportunidad de forjar un futuro más equitativo y próspero, superando las inercias del pasado mediante la unidad, la visión clara y un compromiso inquebrantable con el bienestar de todos sus ciudadanos.