Nadie puede precisar el precio promedio del petróleo proyectado para el año 2015. Ni el Gobierno optimista ni los críticos pesimistas, pero sí cabe prever una tendencia cuya intensidad se la debe monitorear.
Las estimaciones de los mercados y las realidades políticas son fuentes de estimaciones serias en la Agencia Internacional de Energía y en la OPEP y esas previsiones deben ser analizadas más que las de voluntarios opinantes.
Si la baja del precio del petróleo tiende a mantenerse en el 2015 y si no aumenta la cantidad de petróleo extraído por el Ecuador vamos a tener que apretarnos el cinturón del consumismo, porque habrá menos dólares circulando en la economía ecuatoriana. Si fuese así, las proyecciones del crecimiento del PIB de alrededor del 4% anual no se alcanzarán y el ingreso disponible de la gente disminuirá, especialmente en los estratos pobres que verán reducidos los puestos de trabajo, mientras los pasajes de los buses y la planilla eléctrica aumentarán debido a que el Gobierno eliminará los respectivos subsidios.
Entonces, el Gobierno probablemente se endeudará más, pero el crédito será caro e insuficiente, por lo que reducirá sus inversiones, excepto las comprometidas para terminar las 8 plantas hidroeléctricas que se están construyendo al mismo tiempo, por lo cual sobrará poco para nuevas obras, habrá menos circulante y el consumo se reducirá. Si así fuera, será necesario aplicar una política económica para que no se afecte mucho al empleo, a la inclusión de los pobres y a la consolidación de la clase media vulnerable y de esta manera minimizar los efectos negativos sistémicos como el hecho de que no puedan pagar las deudas contraídas y se aumente la cartera vencida de bancos y emisoras de tarjetas de crédito.
Como los ingresos del petróleo son solo una parte que alimenta a la economía nacional, cabe buscar nuevos ingresos y coetáneamente aumentar la recaudación de tributos directos y más justos, a la vez que gastar mejor: recortando las inversiones diferibles y poco reproductivas, disminuyendo tanta burocracia nueva de dudosa productividad y el gasto en tanta propaganda atosigante e inútil.
Si bien es de desear que las perspectivas negativas no se den, porque le afectarían más al país que al Gobierno, debemos estar atentos, pues si se dan hay que cambiar nuestra actitud y comportamiento con cualquier precio del petróleo, para evitar el consumismo frenético siendo cuidadosos en los gastos, endeudándonos menos y tomando decisiones selectivas para adquirir solo bienes duraderos indispensables y no comprar por gusto tantos televisores, carros, computadoras y teléfonos carísimos. Es decir, no comprar sino lo que realmente necesitamos y gastar bien para crecer más.