La continuación del enorme y exagerado gasto público, a pesar de la aguda crisis económica que camina inexorablemente, demuestra que el modelo es insostenible. La corrupción galopante y el abuso de los recursos, el último escándalo de la tan promocionada Universidad Yachay y los gastos detectados por la Contraloría, demuestran que esta situación no puede seguir en estas condiciones. Crisis con dispendio del dinero que debe ser cuidado con extrema rigurosidad, austeridad y responsabilidad.
Un modelo basado en el gasto en lugar del mejoramiento de la producción y productividad, de la generación de confianza y optimismo para las inversiones, la creación de fuentes de empleo cuando las cifras oficiales demuestran lo contrario –más del 50% de la población económicamente activa entre el desempleo y el subempleo o empleo inadecuado- no puede mantenerse en el tiempo en estas condiciones.
En estos ocho años y medio ha avanzado la reducción de la pobreza, pero también el enorme crecimiento del sector público y de sus servidores con altos sueldos, con nuevos ministerios y empresas públicas, muchas de ellas sin resultados positivos, el caso de una entidad que ni siquiera ha podido cobrar toda la deuda que le debe el fracasado Gobierno de Venezuela, que sirve de ejemplo de revolución y que tiene sumido en la inseguridad, el caos y el terror a sus ciudadanos.
Mucho se habla que en esta administración se han hecho obras como nunca antes. Cierto es y hay grandes obras de infraestructura, pero a qué costos altísimos porque simplemente no se ha dimensionado debido a los recursos que han tenido como nunca antes. Ha habido corrupción e impunidad como nunca antes. Un modelo concentrador como nunca antes, ni en regímenes militares, que ha conculcado derechos y libertades, que ha criminalizado la protesta, contrariamente a lo que pusieron en la Constitución vigente como nunca antes.
Los datos oficiales, no de la oposición, recogidos por expertos y académicos revelan los enormes recursos que ha tenido este Gobierno, superiores a todos los regímenes anteriores juntos. Con un alto endeudamiento externo, que tanto criticaron, que hipoteca recursos naturales para hacer los gastos apremiantes que necesita. Aparte de la ayuda para los más pobres, enormes subsidios, el caso del gas y derivados del petróleo, que financian a los que más tienen y cuyos montos en esta administración llegan a USD 35 000 millones, aproximadamente.
¿Es la solución seguir con la confrontación y la imposición desde el poder para hacer creer al país que todo está muy bien? Y pensar que hay una parte de la población que aplaude y defiende, seguramente por desconocimiento de la realidad económica porque solo escucha la única versión oficial y no se ha preocupado de pedir las cuentas fiscales, y si esto colapsa buscarán chivos expiatorios y culpables en los opositores, críticos y la prensa independiente.