Economía para ilusos

El Gobierno ordenó a los bancos traer al país más dinero que tenían depositado en el exterior. Lo tenían allí para diversificar el riesgo de su portafolio -para no poner todos los huevos en la misma canasta- y también porque muchos de sus clientes así se lo pedían.

Las autoridades han dicho que esta medida busca dinamizar el crédito y generar más producción y empleo. ¿De verdad cree el Gobierno que aquella medida hará que las compañías emprendan automáticamente en grandes inversiones que generen muchos puestos de trabajo, por el simple hecho de que habrá más dinero en la economía? Me parece que ni los propios autores de esa medida se creen aquel discurso.

El Gobierno quiere que los bancos traigan más dinero al país porque tiene la esperanza de venderles bonos que le permitan financiar su abultado déficit presupuestario. El problema es que muchos bancos -si no todos- estarán reacios a invertir en papeles del Estado por miedo a que sus balances se contaminen con una potencial crisis fiscal que pudiera sobrevenir por el gasto desenfrenado gubernamental.

Para que las instituciones financieras cedan a la presión del Gobierno y compren bonos estatales, se les deberá pagar elevadas tasas de interés. Esto significa que una porción mayor de los impuestos que pagamos los ecuatorianos iría a cubrir deuda contraída por un manejo dispendioso de los dineros públicos.

Lo más probable es que el dinero que traigan los bancos servirá para que algunas empresas sustituyan sus pasivos, es decir reemplacen deudas caras por otras más baratas. Esto podrá suceder si aquellas firmas emiten obligaciones, por ejemplo. Otras empresas podrán vender anticipadamente su cartera a aquellas entidades financieras que tengan más liquidez.

Las compañías que estarán en capacidad técnica y económica de hacer operaciones de este tipo serán las denominadas AA ó AAA, es decir las multinacionales o las empresas de los tan odiados pelucones. Los mercados de valores de Quito, Guayaquil y Cuenca también se podrán beneficiar de esta medida. Otra porción importante de la plata que venga del exterior continuará alimentando el crédito de consumo para la clase media y alta.

Triste paradoja de la política económica de la revolución ciudadana: no logra beneficiar a los segmentos más pobres del país, a los que en tantas ocasiones ha jurado que defendería'

Para que los recursos que traigan los bancos al país se traduzcan en grandes inversiones productivas que generen muchos puestos de trabajo, el Gobierno debería poner en orden las finanzas públicas. Ese sí sería un mensaje poderoso y efectivo de que las autoridades están comprometidas con la estabilidad económica del país.

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