A mediados de 2015 los contratistas del Estado pasaban momentos particularmente difíciles: el Estado no les pagaba. Peor, por virtud de nuestra kafkiana legislación tributaria, debían tributar sobre los ingresos no percibidos.
Ante esa situación, las autoridades económicas crearon un Título del Banco Central (TBC) y diseñaron un mecanismo para pagarles a los contratistas estrictamente lo necesario para que cubran sus impuestos y aprovechen la amnistía tributaria, evitando intereses y multas.
El TBC hacía un viaje BCE-Finanzas-contratista-SRI-Finanzas-BCE, todo en un instante, desde su emisión electrónica a su retorno al BCE. Una ficción que permitía la triangulación. El BCE emitió USD 50 millones a 30 días, de renovación automática, respaldados por activos del BCE, sin especificar su nivel de liquidez.
El mecanismo satisfizo a los contratistas impagos. Pero preocupó a muchos observadores, ya que la vida de los TBC no se limitó a la duración de la amnistía.
A diciembre el balance del BCE reporta USD 81,7 millones en TBC, costo que supera el monto aprobado. El BCE está recurriendo a los TBC para pagar a algunos contratistas y proveedores por la totalidad que se les adeuda, no solo lo requerido para el pago de impuestos.
Trascendió que se emitirán USD 200 millones adicionales para pagar a municipios que a su vez pagarán a contratistas.
Poco a poco, los TBC irán a manos del SRI en lugar de dinero. Entrarán menos fondos a las arcas fiscales. Esto se traduce en que el pago a contratistas se haría con fondos que ordinariamente van a cubrir los gastos corrientes, entre esos el sueldo de la burocracia. Cuando los ingresos tributarios no alcancen, ¿Entonces qué?
La tentación es que en lugar de recortar gastos, el Estado entregue a sus acreedores internos estos papeles de su emisión y ya se verá. Que cada vez emita más TBC, prolongue su existencia (la prensa recoge que la nueva emisión de USD 200 millones tendrá una duración de 1 año) no permitiendo que se los utilice para el pago de impuestos sino después de cierto tiempo, o amplíe sus usos, por ejemplo para el pago de sueldos.
Ecuador no sería pionero en el uso de este tipo de medios de pago, en Argentina se los utilizó entre 2001 y 2002 y llegaron a utilizarse como billetes en denominaciones menores inclusive para el pago de sueldos.
Se cumpliría el objetivo de la resolución que creó el TBC, de “gestionar la liquidez” de la economía. Pero crear más liquidez significa mayor demanda de importaciones, y gradualmente el TBC, que es una deuda, le ganará terreno al dólar. En algún momento, esta situación se tornaría en insostenible.
Cuando se creó el TBC para los contratistas, nos mostraron solo la punta del témpano. Ahora el témpano está emergiendo de las entrañas del Central, y no sabemos aún cuan voluminoso es.