¿Y qué de la economía?

Estamos viviendo tiempos dramáticos.

Las burbujas que se han roto en China han evidenciado que en todas las sociedades hay propensión a generar espejismos que se evidencian como tales cuando ya no son soportables.

En el siglo XXI, más que en tiempos anteriores, las bandas de trasmisión de las economías nacionales llevan a un mundo interdependiente. Lo que pasa en China, inmediatamente, en horas, repercute en el mundo capitalista.

Lo de Grecia puso en alerta a la economía mundial. Al mal manejo de gobiernos anteriores se sumó la demagogia, bajo fraseología de “soberanía”, del gobierno de Alexis Tsipras (SYRIZA), presentándose como “fiero” ante la Unión Europea. El riesgo: salir del “euro” y entrar a moneda propia devaluable y fracasable. Algo de sensatez primó y siguieron, bajo severísimos programas, dentro de la economía del “euro”.

La paradoja: lo que los gobiernos, de diferentes matices y pelambre, derrochan, entre el gasto para permanecer en el poder y la corrupción, lo terminan pagando las empresas, familias y personas que para nada participaron en el festín de los recursos.

Grecia pasó a ser un referente del dramático coctel, derroche y corrupción más demagogia. Y no han faltado quienes en el exterior y en el Ecuador se preguntan ¿cuán diferentes de Grecia estamos?

Yo creo que justamente hay que evitar ese referente y estamos a tiempo de hacerlo.

Lo de China es más cercano para nosotros. Hemos venido priorizando créditos, inversiones y comercio con el país asiático. El impacto de lo que está sucediendo en China llega al Ecuador por diferentes vías.

La caída del precio del petróleo no solo nos impacta para negociaciones futuras, sino también en la liquidación de las exportaciones de las llamadas ventas anticipadas –realmente créditos pagaderos en petróleo- con un diferencial que baja el neto, en algunos casos, a menos de los costos de producción reconocidos, o sea: no solo que ya se recibió y gastó el dinero en tiempo pasado, sino que a los productores con costos garantizados, habrá que reconocerles las diferencias.

¿Qué hacer ante las circunstancias presentes y por venir en la economía?

Primero, no profundizar la irritación que hoy domina al Ecuador.

Segundo, realmente abrir diálogos que alejen fantasmas. Esto no se consigue con agendas “para convencer”, lo que es la práctica de los días que vivimos, sino también ser sensible a lo que otros expresen.

¿Hay ánimo real de superar problemas? Mientras se multipliquen procesos de persecución por la vía judicial o por otras vías, o se privilegie sindicar, a unos por “izquierdistas infantiles”, o “terroristas”, o “subversivos”, y a otros “por empresarios que acumulan riquezas” –y no son los escogidos para su entorno, que hay algunos- muy difícil es valorar ese ánimo.

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