Las autoridades confirmaron que no ajustarán la economía antes de entregar el gobierno. Este año lograrían financiar el gasto presupuestado: en enero-julio consiguieron USD 4 300 millones de desembolsos externos, USD4 700 millones internos, total USD 9 mil millones, más USD2 500 millones de la reserva monetaria entregados por el Central hasta setiembre 9.
Sostienen que igual harán en 2017, por lo que el gasto de inversión no se reducirá en USD 5 mil millones como estima el FMI. Por lo tanto tampoco se contraerá la economía en 2.7%. El nuevo gobierno recibirá una economía que en sus últimos 36 meses se sustentó en endeudamiento. Es un ritmo insostenible: lo lleva el gobierno porque su horizonte es de ocho meses. El próximo no podrá seguir posponiendo una solución.
¿Cómo será ese ajuste? ¿Heterodoxo, del siglo XXI? No hay tal. Cristina entregó Argentina en soletas, En Venezuela hay hambre a pesar de las mayores reservas petroleras del mundo. Hasta que alguien ofrezca una mejor solución, esta pasa por cinco ejes:
-Reducir el gasto público, acorde a los ingresos. No cabe sentarse a esperar a que nuestro petróleo regrese a USD100 el barril.
-Bajar el costo de producción de empresas, para recuperar la competitividad perdida por la excesiva inflación de la última década. Las empresas requieren menores costos laborales, y que los requerimientos burocráticos no sean tan onerosos.
-Darle prioridad a las exportaciones, para que se equilibre la balanza comercial.
-Crear un mejor clima de negocios, para que inversionistas nacionales y extranjeros creen empleo, apoyen exportaciones, abastezcan el mercado interno.
-Alentar la inversión en la banca, para que se capitalice, creando confianza en la estabilidad macroeconómica.
Lo que está en el tapete no es lo que se debe hacer, sino en el caso de las acciones dolorosas, como el laboral y recorte del gasto público, si se lo hace rápido o de manera gradual.
El FMI, consciente de la renuencia ecuatoriana a los ajustes (fuimos el peor alumno del Consenso de Washington), estima que no habrá ajuste en el gasto público corriente; que luego del bajón del gasto de inversión en 2017, de 2018 en adelante no se progresará en ese frente y la economía se reducirá todos los años hasta 2021, cuando crecería 1,5%, levemente más que la población. Es el ajuste lento: ocho años de recesión, incluidos los dos perdidos de 2015 y 2016.
La otra opción es el ajuste drástico con un año de horror, seguido de un segundo de estancamiento y tercero de inicio de la recuperación, como en los países bálticos al mantener la paridad con el euro y no devaluar. El remedio es ineludible, nos queda es elegir como administrarlo: dosis fuerte por un año, suave por seis. Comencemos a discutirlo.
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