De Durán-Ballén a Barrera

Nada más misterioso que la 'voluntad del pueblo', como tanto le gusta repetir a ciertos políticos. El soberano, el mandante, etc., son muletillas que se escuchan a cada rato en época electoral. Cuando esa voluntad es adversa, también se escucha decir que el pueblo se equivoca y otra vez etc.

El arquitecto Sixto Durán-Ballén fue alcalde de Quito durante la última dictadura militar (1972-1978). En 1979, Durán-Ballén era el candidato favorito para ganar las elecciones presidenciales, pero las perdió frente al joven y emergente político Jaime Roldós Aguilera, un hombre carismático, auténtico, que hizo una campaña impecable en todo el país.

Los analistas no podían creer que perdiera el arquitecto, no faltaron los que atribuyeron esa derrota a la ingratitud de los quiteños que, supuestamente, no apreciaron la enorme obra que desarrolló en la capital durante su administración. Ejemplo: los túneles de San Juan y San Diego. Los críticos se quejaban de que los túneles no serían de utilidad para la ciudad; eran demasiado grandes para las visiones pequeñas sobre una urbe moderna. Esta reflexión es la que me lleva a pensar en algunas de las razones por las cuales Quito no reeligió a Augusto Barrera, a mi modo de ver una persona muy decente, que supo reconocer, sin mayores titubeos, el triunfo de su adversario.

Pueden existir muchas razones que expliquen por qué no volvió a ganar la Alcaldía de Quito, pudo haber cometido errores en la campaña, uno de ellos lo he explicado en privado y prefiero no señalarlo públicamente. Lo que sí afirmo, tal como ocurrió con Durán-Ballén, es que Augusto Barrera se la jugó por grandes proyectos de futuro que, en la actualidad, tampoco son bien valorados.

Siempre respaldé en estas columnas la construcción del nuevo aeropuerto, el sistema pico y placa (medida exitosa cuando se comenzó a aplicar) y la construcción de un Metro, el mejor sistema de transporte masivo que se ha inventado y que es un tema de orgullo para las capitales y ciudades que lo poseen. Otra gran acción del Alcalde actual fue abrir las puertas municipales al nuevo alcalde Mauricio Rodas para que reciba toda la información. Decidió no firmar ningún contrato que pueda comprometer el futuro de la nueva gestión municipal.

Asimismo, el compromiso para que durante el período de transición no se paralicen las obras, especialmente la Ruta Viva, que será una de las principales vías de comunicación hacia el aeropuerto de Tababela. Mientras la mayoría de los políticos cree que después de ellos viene un diluvio o las siete plagas de Egipto, Augusto Barrera prefirió el camino de la colaboración sin egoísmos. Respeto las opiniones en las redes sociales, pero nunca llegaré a entender el radicalismo antialcalde. También tengo razones para ver con optimismo el futuro de Quito, porque Mauricio Rodas llega a la principal Alcaldía del país sin la soberbia habitual que envuelve a los políticos.