Marco Arauz Ortega
¿Le duele Quito? Coma mote
La expresión del Alcalde después del proceso de remoción en su contra era una mezcla de resignación y de satisfacción al mismo tiempo. Y el viernes tuvo una agenda bastante amplia-al menos en el aspecto público- en relación con la de los días y meses anteriores, que incluyó su participación para juzgar el mejor mote de Quito.
Ya conocemos el veredicto sobre el delicioso plato, pero esperamos lo que dirá el Tribunal Contencioso Electoral. Deberá decidir sobre la formalidad de la inédita remoción que se concretó entre el miércoles y la madrugada del jueves, con 14 de 21 votos. Sobre este asunto hay que decir que en el proceso que arrancó en la tarde, ninguno de los concejales se abstuvo de participar y de consignar su voto, aunque varios de estos hayan sido abstentivos.
Pero vamos al fondo de las cosas. Ningún político ni empresario ni alguien con algo de sentido cívico puede decir que las cosas hayan marchado bien y que la culpa sea de los otros miembros del Municipio. Si hay algo de culpa es por no tomar cartas en el asunto y ponerle freno a esta parálisis que se complicó con un problema no menor como la pandemia.
Uno de los inconvenientes es que no se haya exigido el cumplimiento de la rendición de cuentas. El Cabildo es un cuerpo colegiado que puede y debe exigir resultados y juzgar políticamente, pues de los presuntos problemas judiciales se encarga la respectiva función. Hasta aquí es poco lo que se ha avanzado.
Por supuesto que la pandemia significó un serio reto para administraciones incluso de ciudades suizas, como las que aparentemente Yunda habría querido gobernar en lugar de la aquejada Quito. Sí, la recibió con problemas que se agravaron con el covid, pero, en perspectiva, no se empeñó en corresponder el apoyo de los quiteños con el que superó el bajo porcentaje de votos con el que llegó al cargo. ¿Ese fue un acto de hostilidad social?
Victimizarse no viene al caso. Evadir las consecuencias de las acciones de sus gerentes, tampoco. Voltear la cara por las irregularidades que habría cometido su hijo con el apoyo de su círculo cercano, menos aún. Es sintomático que personas que aceptaron asesorarlo en aspectos básicos para la ciudad se hayan ido retirando poco a poco cuando vieron que no había norte ni compromiso de trabajo.
El Alcalde dice que el Vicealcalde se metió por la ventana. Si no se tratara de una figura, se podría imaginar a su excoideario colándose en una habitación en donde no había una febril actividad administrativa pero sí panas. Y, en el medio, alguien a quien le pesaba el cargo y estaba listo a irse con la conciencia tranquila.
Los abogados dicen que van a pedir reparación económica. ¿Qué pedirán como reparación los habitantes de Quito, y de dónde saldrán los arrestos cívicos para retomar la marcha de la ciudad? Mientras alguien respira aliviado, no queda más que comer mote, aunque no sea el más delicioso de la ciudad.