La situación que atraviesa actualmente Venezuela es, en grado sumo, delicada. No solo por la gravedad de los problemas en el campo económico, político y social sino también porque no hay visos claros de solución.
En lo económico, Venezuela tiene la tasa de inflación más alta del mundo. El Banco Central de Venezuela (BCV) reconocía una cifra del 1414% para septiembre de 2014. Mientras tanto, varios expertos consideran que la tasa real es del 392%.
Los niveles de crecimiento están por los suelos. En el 2015 la economía de este país decreció en -7%. Casi no hay producción nacional debido a que muchas de las empresas han quebrado o, al no existir garantías para la inversión, simplemente han cerrado. Esto ha incidido en los niveles de desabastecimiento de alimentos y medicinas. La alta dependencia de los ingresos petroleros, los cuales representan el 90% de todas las exportaciones, sumado al bajón en el precio del crudo, han generado graves problemas. Aunque Venezuela si tiene reservas, éstas no alcanzarán para cubrir el nivel de gasto.
En el campo de la política las posiciones de los actores políticos son cada vez más encontradas. Para la oposición, representada a través Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la única solución para resolver los problemas es la salida del poder del presidente Nicolás Maduro. Incluso este criterio comienza a tomar eco en amplios sectores de la población. De acuerdo al Venebarómetro, el 85% de la población considera que el presidente Maduro es responsable de la crisis. Además, el 70% cree no está capacitado para resolver la crisis.
Eso es lo que ha llevado a la oposición a plantear tres caminos. Primero. Hacer una enmienda en la Constitución de la República que les permita reducir el periodo presidencial de 6 a 4 años. Segundo. Convocar a una Asamblea Nacional Constituyente para transformar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico.
Una Asamblea de Plenos Poderes podría disolver el congreso y convocar a nuevas elecciones. Tercero. Recoger cerca de 4 millones de firmas para plantear una referendo revocatorio y la salida de Maduro. Sin embargo, todo esto es muy complicado, ya que una vez que estos temas sean dilucidados en el parlamento, tendrán que necesariamente pasar por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Esta instancia no tiene independencia y está controlada completamente por el chavismo. Lo mismo podría suceder con el referendo revocatorio. El problema no estaría en el número de firmas que se requieren sino en la validación de las mismas por el Consejo Nacional Electoral, instancia también controlada por Maduro.
Esta situación dificulta aún más la posibilidad de que a través de una vía institucional se pueda lograr una solución al problema de Venezuela. Si no es la renuncia del propio presidente (el cual ha reafirmado que no se irá), la alternativa se encuentra en las calles. No obstante, veamos cómo se desarrollan los próximos acontecimientos.
smantilla@elcomercio.org