El drama por la basura no halla salidas

El problema de la recolección de la basura doméstica en Quito parece que se nos ha ido de las manos nuevamente. Casi a diario los vecinos de barrios como Lucha de los Pobres, Turubamba, El Camal, Comité del Pueblo y otros reclaman por la cantidad de desechos acumulados en los contenedores y otros tantos regados en la vía pública durante uno, dos y hasta tres días. A más del hedor, lo que más preocupa es la insalubridad y la pésima imagen que damos como capital.

Pero la responsabilidad es doble. Es demás conocido que los recolectores de Emaseo no se dan abasto para cubrir la demanda en el Distrito Metropolitano (más de 2 000 toneladas se generan diariamente); también porque existen ciudadanos que sacan las fundas de basura en cualquier momento del día y no respetan las horas de acopio establecidas por la Empresa Pública de Aseo.

A esto se suma la pugna al interior de Emaseo donde el Sindicato de obreros mantiene posiciones encontradas con los directivos de la institución. El 10 de julio un grupo de manifestantes del Comité de Trabajadores retuvo durante varias horas a funcionarios de Emaseo para oponerse al contrato de arrendamiento de 40 recolectores de basura a una compañía internacional para cubrir el Plan Integral de Desechos Sólidos de la ciudad. Su argumento es que la compra de maquinaria es más económica que arrendarla. El gerente, Juan Neira, defiende el arrendamiento y ha denunciado que en Emaseo hay una oposición sistemática al mejoramiento de recolección. Su reclamo se sustenta en una auditoría de Contraloría que revela que 35 recolectores fueron deshuesados entre el 2014 y el 2017, según Neira “por malas prácticas de ciertas personas”. Con la decisión tomada por la empresa Valoriza de retirarse del proceso de provisión de 40 recolectores “por falta de garantías”, el intento por solucionar la crisis vuelve a truncarse. Es imperioso que la capital cuente con un sistema de recolección eficiente, oportuno, limpio y no tan costoso.

Suplementos digitales