El odio es hijo de la ignorancia y hermano de la intolerancia y el miedo. Ignorante e intolerante es el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. No es nuestro mandatario, pero su accionar perjudica a todos, incluso a nuestros propios cultivadores de la impronta “trumpista”: ecuatorianos xenófobos y racistas.
Quedarnos instalados en la condena contra el atentado racial en Ciudad del Paso, Texas, perpetrado por un seguidor de Trump, es insuficiente. El hecho debería dejarnos en claro que todas nuestras palabras y actos –y más si ocupamos posiciones de liderazgo— pueden tener consecuencias terribles.
Lo sucedido debe animarnos, además, a poner los reflectores sobre nosotros. En Ecuador hay quienes manejan y comparten los valores –si así se pueden llamar— de Trump. Tenemos nuestros propios racistas, xenófobos, prepotentes, violentos e intolerantes. Odian las diferencias, les tienen miedo.
Según una encuesta del INEC, 65% de los ecuatorianos reconoce que en el país hay racismo y que los más discriminados son los afro descendientes (88%) y los indígenas (71%). El 65% sostiene que son los blancos los responsables de este racismo.
Lamentemos el asesinato de inocentes en El Paso, Texas, pero también nuestro accionar cotidiano, nuestra intolerancia con las personas e ideas diferentes. Denostar al otro por su piel o condición social, étnica o sexual lo condenamos públicamente, pero sucede a diario. Lo mismo pasa con los ataques al otro por su posición política o ideas, por sus decisiones. Ahí el trato que reciben los migrantes, los indígenas pobres o incluso los jueces de la Corte Constitucional por haber dado luz verde, como corresponde por ley y derecho, a la unión entre personas del mismo sexo.
En el gobierno de Rafael Correa se cultivó y abonó la intolerancia. El lenguaje presidencial la transmitía a diario, igual que sus seguidores y sus plataformas de comunicación. Con Trump sucede lo mismo.
Usar desde la Presidencia un discurso violento y prepotente deja huella en la sociedad. Mucho cuidado con lo que transmiten nuestros líderes, maestros, padres y jefes.
Quedan 17 meses para que termine el período de Trump, ojalá sea su punto final, si no, la perspectiva es oscura. Hay pronósticos nada descabellados que hablan de nuevos atentados racistas. En El Paso murieron 22 personas, casi todas latinas. El asesino tenía una clara inspiración xenófoba. Fue un ataque de odio racial, similar a otros previos como el asesinato de 77 personas en Noruega en 2011 o el de marzo de este año en Nueva Zelanda, cuando un supremacista blanco mató a 51 en una mezquita. Combatir odio e intolerancia es un reto de todos y para siempre. Las mejores vacunas están en la democracia, el conocimiento, la libertad y la cultura. Alejemos el autoritarismo, la ignorancia y el fanatismo.