“…y no sabes la que ha armado” dice la antigua canción del cada vez más incompresible Miguel Bosé. Pero no hablo aquí de algún prófugo de la justicia que ha huido a Bélgica o a México, sino del mismísimo Diablo, Lucifer, Belcebú, que ha hecho su aparición en la nueva novela de Rafael Lugo Naranjo, la segunda parte y conclusión de ‘Tripa Mistic’, el libro que pone como epicentro del apocalipsis al mismísimo Ecuador.
En ‘Tripa Mistic 2, el infierno contraataca’, Rafael continúa con el relato de las aventuras y desventuras de ese grupo de “superhéroes”, capitaneados por el quiteño Shaitán Lucero Estrella, pendejo y apocado, en su lucha contra El Brayan y sus secuaces, al que ahora se ha unido Satanás, para evitar el fin del mundo.
Con el estilo irreverente y políticamente incorrecto que lo caracteriza, calificado apropiadamente como “lugano” por el periodista y melómano Fernando Larenas, el autor, nuevamente, no deja títere con cabeza. La obra, en su planteamiento distópico, hace una crítica mordaz, hilarante, pero acertadísima, de la sociedad ecuatoriana y de nuestra penosa clase política, así como de la religión y el fanatismo, tan presente ahora en las redes sociales y el tribalismo que han generado, como se ve en la cultura de la cancelación.
En el libro vemos retratadas, con el ácido y desternillante humor que es típico en Rafael, las actitudes y los personajes que son propios de un Ecuador que parece haber perdido el rumbo (o que quizás nunca lo tuvo), presentándolo como un país inviable y que está destinado a repetir sus fracasos en un “loop” eterno hasta el fin de los tiempos, al que Rafael le da día y hora.
Si bien estoy entre el grupo de “descomedidos” al que Rafael NO agradece en su libro, yo sí le agradezco, no solo por brindarme tantos momentos de alegría con la lectura de sus dos últimas novelas, sino también por hacerme reflexionar sobre el país que tenemos y el que queremos. Y, finalmente, hago votos por más “luganismo” en nuestra literatura.