Columnista invitado
Nuevamente vuelven a buscar responsables al problema fiscal y externo como resultado de la baja del precio del petróleo. Se ha dicho otra vez que fue un error adoptar la dolarización y que por lo tanto no podemos defendernos de mejor forma por el ‘shock’ externo de la caída del precio del crudo. Es importante que se entienda que si la economía no se la maneja adecuadamente, con dolarización o sin ella, la economía va a sentir los impactos de una crisis internacional como la vigente, la misma que es para los vendedores del petróleo, pero no para los compradores.
La explicación oficial se sustenta en que con moneda propia, con la famosa soberanía monetaria que llaman, podemos atenuar los ‘shocks’ externos devaluando la moneda. En otras palabras, estarían promoviendo regresar a la larga noche neoliberal, como ellos mismos la tildan, de las décadas de los 90 y 80, cuando los impactos externos se convertían en altas inflaciones internas, con crecimientos desmedidos de las tasas de interés y con reducción de los salarios. En otras palabras, parecerían que están auspiciando evaporar los salarios que ellos mismos han estimulado. Con devaluaciones, las remuneraciones en moneda nacional se reducen y el poder adquisitivo de las personas se contrae. ¿Quién les entiende?
Es absolutamente claro que la adopción de la dolarización fue una decisión difícil pero acertada. Con todos los costos que ella implicó, los beneficios a lo largo de estos ya 15 años son evidentes. La inflación y las tasas de interés se redujeron a porcentajes adecuados, los sueldos y los salarios se han recuperado por la caída de la inflación con lo que el poder adquisitivo de los salarios ha crecido de forma importante, el crédito a largo plazo se ha reanimado, los sectores socioeconómicos medios y bajos son los más favorecidos por el nivel salarial alcanzado, el crecimiento económico, no solo por la dolarización, es superior al de la década previa con lo que la pobreza también se ha reducido y, el esquema cambiario ha protegido a la economía de los problemas políticos suscitados con los cambios de gobiernos entre el 2000 y el 2006. Por lo tanto, es innegable que el saldo de la aplicación del dólar como moneda es favorable y positivo. Ver lo contrario es mirar bajo una óptica política no económica.
Se esmeraron en promover leyes que alertan del pánico financiero por declaraciones peligrosas. Pues eso debería ser también aplicable a las declaraciones de las altas autoridades del Gobierno en torno a su antipatía con la dolarización. Para defender el sistema cambiario no se deben levantar olas de incertidumbre innecesarias. Si se gastaron toda la plata de los años anteriores de bonanza es obvio que ahora el país esté desprotegido y reciba de lleno el impacto de la caía del petróleo.
Entonces, no busquen responsables ni le asignen culpa a la dolarización. Se les advirtió, pero el populismo parece mueve más que la razón.