Si la economía estadounidense se ha fortalecido, como sostiene el presidente Donald Trump, lo normal es que el dólar se aprecie respecto al resto de monedas. Y si es verdad que la economía China está en declive, como también lo dice Trump a la hora de demostrar quién está perdiendo en la guerra comercial, es normal que el yuan se deprecie, como lo hizo la semana pasada.
La moneda de un país refleja el bienestar de su economía. Un dólar fuerte significa que el desempeño de Estados Unidos es mejor que el de otros países. Pero eso no le gusta a Trump, quien prefiere un dólar débil para impulsar la competitividad de las empresas estadounidenses.
La guerra comercial que empezó Trump el año pasado, y que se resume en el aumento de aranceles a los productos provenientes de China, ha ayudado a revalorizar el dólar. La razón: los inversionistas buscan refugios ante la incertidumbre que provoca esa ‘guerra’ y deciden comprar más dólares, fortaleciendo más esa divisa.
Del otro lado, la devaluación del yuan, si bien ayuda a que las exportaciones chinas sean más competitivas, también envía una señal de riesgo sobre la economía China. Con una moneda de menor valor, quienes tenían activos en yuanes perdieron parte de sus inversiones. Por eso, muchos inversionistas decidieron sacar su dinero del país asiático y llevarlo a valores más seguros como el oro, la plata o el dólar, cuyos precios aumentaron la semana pasada. La depreciación del yuan significa un deterioro del poder adquisitivo de las empresas y los hogares chinos, que tendrán que pagar más por los productos importados.
Lo que sucede en Estados Unidos y China tiene efectos directos en Ecuador, cuya economía está dolarizada. Con el fortalecimiento del dólar, las exportaciones ecuatorianas pierden competitividad, mientras que las importaciones se abaratan.
Este fenómeno ya lleva varios meses, pero se profundizó la última semana luego de la depreciación del yuan. Las principales monedas latinoamericanas siguieron la misma tendencia, especialmente en Colombia, Brasil, Chile, México y Perú. Eso ocasiona que los productos provenientes de esos países -además de China- sean más baratos en Ecuador, mientras que exportar a esos destinos se vuelve más caro.
El caso de Ipiales, a donde viajan miles de ecuatorianos a traídos por el alto poder adquisitivo del dólar, ejemplifica lo que sucede a nivel macroeconómico. El peso colombiano alcanzó un récord histórico y llegó a cotizarse en 3 450 pesos por dólar la semana pasada, haciendo más atractivo importar. Los productos nacionales, que de por sí ya eran caros, ahora se vuelven más costosos respecto a los provenientes de Colombia, Perú o Brasil.
Como Ecuador no puede depreciar su moneda, la salida que tiene para ser más competitivo es aumentar la productividad, pero eso requiere de reformas estructurales cuyos resultados se verán en el mediano y largo plazos.