Descartar el método Webster y optar por D’Hondt para asignar escaños de diputados provinciales significa excluir a las minorías, y favorece a las listas más votadas.
Dividir en distritos a las tres provincias más votadas asimismo reduce el número de listas que pueden acceder a un escaño favoreciendo a las más populares. La combinación de los dos factores en circunstancias que las listas de País captan más del 50% del voto válido lleva a que AP tenga una proporción de asambleístas muy superior a su porcentaje del voto.
En Ecuador, la tradición democrática es que la Legislatura debe representar de la manera más fiel las diferentes posiciones políticas del pueblo ecuatoriano.
Los cambios se hicieron con dedicatoria, a sabiendas que País era de largo la mayor fuerza electoral. Lo cual es deplorable.
Pero sólo la dedicatoria es deplorable. No los cambios. Porque la doctrina que todos los sesgos políticos estén representados en una Asamblea es receta para parálisis. Las reglas electorales deben llevar a que los distintos grupos políticos busquen armonizar posiciones con los más afines con el objetivo de ganar las elecciones.
Algo así comenzó a darse en estas elecciones. La izquierda fue unida; Creo se abstuvo de poner candidatos en Guayas y El Oro porque si lo hacía, probablemente hubiera restado votos a PSC/MdG y ambos se hubieran quedado sin representantes en la Asamblea.
El modelo de Gobierno por mayorías es el británico. Se vota en distritos unipersonales. Lo normal es que el partido con mayoría simple de la votación capte la mayoría absoluta del Parlamento.
El voto por distrito único significa que en las siguientes elecciones, los desafiantes evalúen críticamente el desempeño del parlamentario que quieren desbancar. Rendición de cuentas.
Se considera que los gobiernos británicos han sido por regla general más efectivos que aquellos países que eligen por lista, de los cuales cada vez hay menos.
Bajo el híbrido nuevo sistema ecuatoriano, los distritos mantienen la votación por lista, dentro de la tradición, pero reducen la dispersión del voto, ya que en ningún distrito se elige más de seis asambleístas. Se mantiene el sistema Webster para listas nacionales, para que líderes nacionales con pocos seguidores puedan ir, aunque sea solos, a la Asamblea.
En definitiva es un sistema muy bien logrado. La principal crítica, aparte de la dedicatoria, son las seis curules del exterior, que son un presente para el partido de Gobierno, el único con personal pagado en el exterior que pueda dedicarse a la campaña.
Pero un sistema que favorezca al partido mayoritario funciona bien cuando se respeta y protege a las minorías. Requiere en particular, un sistema judicial independiente. De lo contrario, no hay democracia sino autocracia.