‘Queremos un país que no esté debilitado por las desigualdades”, dijo Obama y anunció: “lo mejor está por llegar” para generaciones, “que necesitan nuevas oportunidades, nuevas seguridades, para aquellos que estén dispuestos a trabajar duro, no importa de dónde vengan ni qué aspecto tengan, ni que sea negro, blanco, hispano, asiático, indio americano, joven, viejo, pobre, rico, capacitado o discapacitado, gay o heterosexual”.
Estos conceptos profundos, equitativos e inclusivos, denotan que estamos frente a un líder intelectual moderno, cuya experiencia le ha conferido un equilibrio emocional que le da fuerza moral para luchar contra los poderes fácticos de los Estados Unidos, en un momento en que se han debilitado con el surgimiento de una sociedad menos tradicional y más vanguardista.
A pesar de la división entre demócratas y republicanos, Obama destacó las virtudes de la unión a lo largo de la historia en un país donde se respeta las discrepancias cuando se debaten las ideas. “Lo que hace que Estados Unidos sea excepcional son los lazos que mantienen unida a la nación mas variada del mundo. La convicción de que tenemos un destino común; de que este país solo funciona cuando aceptamos que tenemos ciertas obligaciones con nuestros conciudadanos y con las generaciones futuras”, sentenció con elocuencia y madurez en el discurso de la victoria.
Destacó la fuerza moral que le da su familia y la eficacia del equipo de su campaña: “me han llevado sobre vuestros hombros todo el camino y siempre agradeceré… vuestro increíble esfuerzo”, lo que denota la importancia del trabajo conjunto, el valor de un verdadero equipo y la convicción sincera de sus compañeros de lucha política, al margen de cualquier ego, cinismo o conflicto de intereses.
Posicionándose como el estadista de la potencia más grande por su riqueza económica, por su tecnología de punta, por su ejército poderoso y porque tiene las mejores universidades del mundo, dijo, sin embargo que aquí no esta su principal riqueza sino en el espíritu de acción, en el amor, la generosidad, el deber y el patriotismo. “Esto es lo que a Estados Unidos le da su grandeza”, para añadir que “Creemos en un Estados Unidos generoso, compasivo, tolerante y abierto a los sueños de todos”. “Queremos también un país que avance con confianza más allá de esta época de guerra para construir una paz basada en la libertad y dignidad para todos los seres humanos”.
Respetando estas bases, las relaciones con el Ecuador pueden ser fructíferas porque los buenos resultados de la gestión de Obama le convienen al Ecuador que tiene la misma moneda, que necesita que sus emigrantes vivan mejor y con certidumbre, que nos compren más productos, inviertan en nuestro país y ayuden a la preparación moderna de nuestros recursos humanos.