El propósito de resaltar el nombramiento de José Valencia como ministros de RR.EE. y, de cierto modo, celebrar la partida de la polémica antecesora, ha quedado trunco con la decisión del Presidente de nombrar a la ciudadana como “Embajadora en Misión Diplomática de Gestiones Especiales”. ¿Era necesario este postrer desaliño? ¿Quiere el Presidente dar el impulso al juicio político en la Asamblea ? Para colmo interpreta el artículo 2 de la Carta de las Naciones Unidas que establece que “Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y beneficios inherentes a su condición de tales, cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta Carta. “
El nuevo Canciller tiene una enorme tarea y responsabilidad que, a pesar de su experiencia, no se imagina; ahora lo sabe, desde el primer minuto. En esas dimensiones es similar a la del ministro de Defensa, Oswaldo Jarrín. Debe agregarse la ruta que sigue el actual ministro de Finanzas. Si se suman las tres carteras se destacan varias conclusiones. Ninguno viene del correato; son profesionales en su área y como son ecuatorianos no importa si están o no afiliados a un partido o movimiento político.
En el caso de la Cancillería, su labor es urgente y delicada, se trata de interrumpir la línea de indefinición del presidente Moreno que lo ha caracterizado y conducido muchas veces a estar con dios y con el diablo al mismo tiempo, a tal extremo que solo le ha faltado de darle licencia temporal a la Presidenta de la Asamblea de la ONU con derecho a sueldo.
En el campo interno del Ministerio debe contratar una empresa de fumigación de grandes dimensiones para librarlo de los virus que ha sembrado el socialismo del siglo XXI. A diferencia del tango de Gardel y Le Pera, que dice en “Volver” que 20 años no es nada; para el Ecuador una década de la medicina ha sido mucho, costosa y cruel: no olvidaremos Mataje. Sin embargo, luego del decreto presidencial todo ha sido en vano.
A título de un consejo ciudadano la oportunidad puede ser válida -ahora se lo ve muy difícil- para celebrar una “cumbre interna” con los embajadores en EE.UU., Francisco Carrión. y Luis Gallegos, ante las Naciones Unidas. Una cumbre en la cual no participen asesores- en el Ecuador son mal vistos- y que al Presidente solo le entreguen las conclusiones; luego, será de su responsabilidad consultar con Washington, Caracas o su conciencia. Ese es el régimen presidencialista; en el parlamentario es otra cosa.
Basta observar lo de Rajoy en España, que solo se quedará como miembro del Partido Popular, apto para visitar a Guayaquil, donde todavía creen que es la principal fuerza política de España y que Franco no ha muerto. Por eso, es posible que el nuevo Canciller aporte con algunos seminarios a los noveles políticos y futuros candidatos. Desasnar es un verbo admitido por la RAE y que también debe formar parte de la virtud teologal de la caridad.
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