Es una expresión también aplicable a la política económica. Es el caso de la creatividad gubernamental del dinero electrónico. La desesperación oficial se manifiesta en distintas acciones como la compra que ha efectuado el Banco Central de títulos valores emitidos por el Gobierno, dígase préstamos que ha otorgado el BCE con recursos que son de los depositantes del sistema financiero, de los afiliados a la seguridad social, de los gobiernos seccionales y, en una parte minoritaria, de propiedad gubernamental. Y hoy continúa su proceso de succión de la liquidez ajena.
El instrumento diseñado es el dinero electrónico, disfrazado como un mecanismo de inclusión social, cuando en la práctica sería de apropiación de la plata privada. Si fuera una herramienta tecnológica desarrollada por el sector privado para facilitar las transacciones sin que “meta nariz” el BCE no tendría problema alguno. Ha sido desarrollado en otros países y funciona como una tarjeta de débito o crédito, es decir, ayuda a mejorar el nivel de transaccionalidad de la economía. El gran problema es la participación del ex Instituto Emisor que hoy quiere el Gobierno convertirlo en Emisor.
El Banco Central muestra cada vez menos liquidez, vale decir, menor nivel de reservas internacionales líquidas. Como se anotó, estas venían entregándose vía “inversiones” al Gobierno. Tal ha sido la caída de la liquidez que el desfase entre activos líquidos y pasivos exigibles ya supera los USD 4 000 millones. Ahora a este déficit de reservas, que es el doble del propio nivel de las mismas, se le añade otro pasivo más: el dinero electrónico. En otras palabras, las obligaciones del Banco Central requieren cada vez mayor respaldo si se siguen añadiendo mayores obligaciones. La dolarización debe precautelarse ante todo.
Las autoridades económicas han comentado que el uso del dinero electrónico aumentará la velocidad de circulación del dinero y con ello la falta de liquidez se va a atenuar. Absolutamente equivocado tal anuncio, pues si la velocidad de circulación sube y se produce lo que se llama creación de dinero secundario, el mismo que es el generado por los bancos al recibir depósitos y volver a prestar, requerirían cada vez de más reservas internacionales y lo que tienen es cada vez menos reservas internacionales. Tamaño error.
La raíz de problema, lo de siempre: exceso de gasto público. El BCE va a debitarle sus dólares cada vez que consuma con dinero electrónico pero, ¿porqué la devolución de 1, 2, 3 o 4 puntos del IVA no se lo reintegra de inmediato y en dólares? ¿Qué van hacer con los dólares? ¿Prestarle al fisco como ya lo han venido haciendo con los otros depósitos que reciben? El BCE ha desarrollado malos hábitos. No se le debe hacer “el juego” al Gobierno. Nos quieren golear, pero al menos a mí no me hacen ni un gol.