Juan E. Guarderas

Dime quién te defiende…

Harrison Salcedo era el abogado de José Luis Zambrano, alias ‘Rasquiña’, líder de la banda Los Choneros. Este grupo ha realizado un sinnúmero de delitos en Esmeraldas, Manabí, Guayas y Los Ríos (y quién sabe qué más). El internet está poblado de fotos del jurista cargando ­ametralladoras, jactándose de fajos de dinero y botellas de licor.

El exvicepresidente Glas, para demostrar su inocencia, escogió a este abogado para que lo defienda. ¿Qué lo convenció? ¿El estilo del abogado? ¿La capacidad intelectual ‘brillante’ de una persona que piensa que es una buena idea publicar en internet fotos con ametralladoras y fajos de dinero? O, ¿serán las prácticas del abogado? Es posible que sean los escrúpulos del jurista los que Glas admiraba o con los que se identificaba.

El abogado de Dalo Bucaram ha sido Jorge Acosta. No hay una conexión verificada, pero hay que recordar que Efraín Ruales había hecho públicas las amenazas recibidas por sus denuncias de corrupción en el sistema de salud. Él murió por sicariato, al igual que Salcedo. Y, aunque no es abogado, otro que saltó en la defensa de los Bucaram fue nada menos que Rafael Correa.

Y, ¿adivinen a quién también ha defendido Jorge Acosta? El año pasado, junto con Dalo, fue el abogado de Diana Atamaint, la presidenta del Consejo Nacional Electoral. Esta autoridad tiene una exposición política e internacional, tiene una reputación que defender. Sus acciones son elementos que aportan a la imagen que el país proyecta, tanto adentro como afuera. Seguro puso en una balanza las pérdidas reputacionales de estar defendida por ese abogado (en ese momento, donde todos estábamos conmovidos por los sobreprecios en los insumos médicos), contra los servicios que Acosta le prestaría. Más importaron los servicios. ¿Por qué? ¿Acaso no hay otros profesionales? O, ¿lo que ese abogado puede hacer es particularmente inusual?

Esta semana hubo un caso de sicariato dentro de la Clínica Kennedy en Guayaquil. Aparentemente se trataba de una mujer inocente. Los criminales buscaban a otra persona. Los asesinatos están multiplicándose por el país. Debe ser que no tienen miedo al castigo, porque no les llega. Debe ser que están bien defendidos.

Y a los ciudadanos, ¿quién les va a defender? ¿Será que tendremos la suerte de tener una defensa de abogados tan “habilidosos”? En este país hay gente decente, seguro rechazaríamos que malas calañas asuman nuestra representación. Tengo la certeza que la mayoría de ecuatorianos sí tenemos algo de vergüenza.

Dime quien te defiende y te diré quién eres. Al erario público lo defendía un contralor que ahora está en prisión. A Correa lo defendió el abogado del separatista catalán Puidgemont y de individuos vinculados con Al Qaeda. Y a los ecuatorianos, cuando sufren de la delincuencia, ¿quién les defiende?

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