“¡Ya viene el cortejo!/ ¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines. /La espada se anuncia con vivo reflejo;/ Ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines”. “Marcha triunfal” en noviembre de 2016, cuando se inauguraba la central hidroeléctrica Coca Codo Sinclair. El vicepresidente Glas y un grupo de funcionarios recorrieron la megaobra construida por la empresa Sinohydro. Desde el Ecu 911, en Quito, conectados por video conferencia con Glas, el presidente Correa y su homólogo de la República de China, Xi Jinping, que visitaba el país, inauguraron “la obra más grande de la historia del Ecuador, después del ferrocarril de Alfaro”, según la propaganda.
“Las ocho turbinas se encuentran entregando energía no solo al Ecuador, sino que exportan 240 megavatios de energía diaria al sistema interconectado de Colombia”, proclamó Glas. Desde su inauguración, genera ya ganancias de USD 600 millones, aseguró.
En la euforia del momento, Correa señaló que la central podía abastecer al país y que en ella se invirtieron USD 2 245 millones, USD 1 682 millones de un crédito de la banca china.
“Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,/ y el temor de haber sido y un futuro terror…/ Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por/ lo que no conocemos y apenas sospechamos…/ “Lo fatal” se refrenda dos años más tarde, cuando un informe de la Contraloría establece graves irregularidades en Coca Codo Sinclair: desde grietas en la infraestructura hasta paralización de turbinas, todo lo cual ha causado millonarias pérdidas. El ministro de Energía reconoce un error en el diseño inicial de la central: se la construyó para generar 1 500 megavatios; pero solo puede producirlos en horas pico, tres o cuatro al día, a causa de la capacidad del embalse.
El informe detecta negligencias en la construcción y baja calidad en los materiales utilizados: las fisuras se produjeron desde el comienzo y se conocieron antes de la inauguración; se las corrigió, pero volvieron a abrirse. Una empresa alemana iniciará los estudios para establecer si es posible la compostura y el costo final.
Entre la publicidad triunfal y la realidad fatal, se tiende una imagen más del engaño en la década pasada: si la megaobra emblemática del correísmo se desinfla tan pronto para dejar al descubierto en hueso y pellejo sus graves fallas, la distancia entre la promesa y la realidad, el perjuicio económico para el país, ¿no pasa lo mismo en otras obras, donde se denuncian sobreprecios, defectos en construcción, malos resultados con los contratistas chinos y onerosas condiciones de los préstamos? Fallas en 640 obras construidas por el anterior Gobierno e incremento en ellas por más del 85% del valor inicial, denunció el presidente Moreno.