¿Revolución viral?

Las apuestas se multiplican. ¿Luego de la pandemia qué mundo nos depara, qué cambios se avecinan? Unos hablan de que nada será como antes, otros exponen que seremos más solidarios y otros creen exactamente lo contrario. Hay tantas posturas como personas. Dejemos de apostar, la pregunta adecuada sería qué vamos a hacer nosotros ahora.

A pesar de lo dicho por tanto predicador, el virus no acabará con el neoliberalismo ni generará una revolución. No estamos a las puertas del apocalipsis y tampoco a la vera de un luminoso renacimiento. Seguiremos siendo los de siempre, con todos los claroscuros habituales de lo humano.

Posiblemente cambien algunas cosas, mientras otras seguirán igual, todo dependerá de nosotros. Pero convendría asomarse a uno de los tantos aspectos en juego. Uno crucial es la democracia.

Temo que con la pobreza exacerbada, los líderes frágiles y las instituciones corroídas en medio de la polarización estridente, el futuro de nuestra democracia ecuatoriana no pinta nada bien.

Con la marcada desconfianza de todo y entre todos, con tanta miseria humana exhibida, podríamos augurar que ganarán los vivaces y los corruptos. Pero no tiene que ser así. Lo mejor sería entrar en acción y no esperar bajo el paraguas de la pregunta ¿qué pasará luego de la pandemia?

Suena fácil decirlo, pero usted lector estimado, tiene que empezar haciendo algo. Por ejemplo, respete a las instituciones que nos quedan, denuncie a los corruptos, no se sume a cierta masa que clama el regreso del correísmo, valore la realidad y no se deje engatusar por rumores y noticias falsas. Sea un ciudadano, pues.

La actuación del Gobierno y de los poderes del Estado frente a la pandemia ha acrecentado la desconfianza y desazón. Ciertamente. Es una cosecha de lo sembrado con antelación. Hoy sabemos que los países que mejor han enfrentado la pandemia son los más organizados.

Los de corte autoritario, donde hay vigilancia de todos y de todo y donde los ciudadanos no son dados a cuestionar el respeto a su individualidad y libertades reales y digitales, han sido exitosos. ¿Será entonces que ese es el sistema más adecuado?

En los momentos de pandemia democracias y autocracias coincidieron en materia de control social. La diferencia es que unos lo hicieron de forma excepcional y necesaria y los otros apretaron sus pulsaciones naturales. La democracia con todas sus taras, sigue siendo, ojalá, la mejor alternativa. El problema es que sus líderes, como en Ecuador, insisten en llevarla hacia el barranco.

Qué nos depara el futuro luego de la pandemia es una pregunta lógica, pero llevamos ya demasiadas semanas elucubrando respuestas, mientras que la economía se va al abismo y muchos de nuestros empleos igual. Mejor actuemos de manera concreta y en lo que podamos. El futuro no será muy diferente a lo anterior, pero luego del encierro obligado tenemos al menos el pretexto o la oportunidad de hacer algún cambio.

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