Más verde que el arroz

El primer libro de cocina quiteña publicado en el siglo XIX , el “Manual de la cocinera, método compendioso para trinchar y servir bien una mesa” de Juan Pablo Sainz, trae solo tres recetas de arroz: a la valenciana, con leche y a la turca. Si escribimos en Google “recetas de arroz verde”, el buscador nos remite, entre otras, a 163 recetas caseras. Sin embargo no consta la última del menú para un voraz grupo de “mentes lúcidas, corazones ardientes y manos limpias”: la receta arroz verde 502, que nada tiene que ver con la variopinta y rica gastronomía, sino con un mafioso sistema para ocultar supuestos aportes ilegales a la campaña electoral de Alianza País.

La ley prohíbe a personas naturales o jurídicas contratantes con el Estado dar contribuciones a movimientos y partidos políticos. Salta a la vista el hiriente choque de intereses, con empresas a las cuales se entregarían obras millonarias, que terminaron con fallas y abultados sobreprecios. Los inocentes “aportes” se presentan en cáscara pelada como sobornos o coimas.

De acuerdo con la investigación periodística de Christian Zurita y Fernando Villavicencio, Odebrecht y otras empresas habrían entregado a AP la bicoca de USD 11,6 millones: 4,6 en dinero; y 7 millones por medio de cruces de facturas: las multinacionales cancelaban los comprobantes de los proveedores para las campañas y publicidad del movimiento de la patria altiva y soberana.
No es una sorpresa el reparto solapado de dinero para apoyos electorales . El ex director de Odebrecht en Ecuador, José Conceição Santos, detalló los sobornos al contralor de la década correísta, Carlos Pólit, a cambio de informes favorables en grandes proyectos, y relató que el tío de Jorge Glas solicitó recursos para la campaña de “vidrio”. El anzuelo corruptor de estos “aportes” para después pescar contratos de obras públicas se lanzó también en otros países de América Latina, en donde numerosos ex presidentes se hallan procesados, fugitivos o en la cárcel.

Este arroz verde me lleva a cinco constataciones de su amargo sabor. Primera, el gobierno autoritario, al concentrar todos los poderes y anular los controles independientes, generó un esquema de corrupción e impunidad. Segunda, el CNE con mayoría de AP fue ciego, sordo y mudo a la hora de auditar los gastos de campaña. Tercera, los procesos electorales fueron abismalmente desiguales con campañas favorecidas por financiamiento ilegal. Cuarta, la investigación periodística y organismos ciudadanos como la Comisión Nacional Anticorrupción y no la Fiscalía, Contraloría, el Cpccs o los jueces de la década han destapado las casos de corrupción. Por eso el correísmo persiguió con saña a los primeros. Quinta, el castigo a los responsables de la corrupción todavía parece más verde que el arroz.

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