Cuba vivió el cambio de Presidente del Consejo de Estado y de Ministros. Cuba tiene por primera vez fuera del poder formal a alguien que no lleva el apellido Castro y que, además, nació luego del triunfo de la revolución.
Miguel Díaz-Canel, un ingeniero de 57 años fue formado en el trabajo de base, militante del Partido Comunista -cosa natural- y ministro de Educación Superior.
Las interrogantes surgen cuando se analiza su grado de independencia de acción de la gerontocracia del Partido Comunista de Cuba (PCC) y de quien queda al frente del Secretariado General: nada menos que Raúl Castro quien además mantiene el control de las Fuerzas Armadas. Y esa independencia estará signada por su fidelidad a la revolución, proclamada con los mismos lemas clásicos en la cita que le dio el poder.
Un poder, por otra parte, que surge de la misma Asamblea Nacional del Poder Popular, dominada por el PCC y con apenas dos testimoniales grupillos de religiosos y sectores sociales, no afiliados ni de la nomenclatura, con tímida voz.
La dictadura civil de Fulgencio Batista fue derrocada por la guerrilla del Movimiento 26 de Julio (antes atacó el cuartel Moncada) y que en enero de 1959 tomó el poder.
Llegaron reformas, expropiaciones, la profundización del socialismo y los cambios sociales aparejados de la pérdida de libertad y un exilio largo y triste para, al menos, un millón de personas.
La figura de Fidel Castro, su rol en la Guerra Fría y su alianza con la URSS prolongó su hegemonía más allá de la caída del Muro de Berlín y de la Perestroika. Con tenues reformas para sostener el fracaso sistema de economía central planificada, control de divisas y partido único, Raúl Castro, se sostuvo una vez que el histórico líder se alejó por su salud. Díaz-Canel arriba al cargo luego de la reanudación de relaciones con EE.UU., ahora congeladas por Trump.
El reto: acelerar los cambios o sucumbir al continuismo de un sistema caduco.