Recuerdo bien cuando mirábamos impotentes las llamas que devoraron durante tres días un bosque de años en una propiedad azuaya. Entonces se desplazaron los bomberos de San Fernando, Girón y la misma Cuenca. Mientras, salieron en estampida, conejos, venados, y millares de diminutos animales; se quemaron arbustos y matorrales. Supimos que un par de jóvenes habían provocado el incendio; por compadrazgo se ocultó sus nombres…
En grande y también premeditada acción se planifica el “Día del fuego” en donde finalmente se lograron 8.125 focos de incendio entre Nuevo Progreso y Altamira, en las selvas amazónicas del Brasil. El gobierno conoce sobre ello, no hace nada para detenerlo. La revista Globo Rural en dos entrevistas acusa a un grupo privado “Sertao”, parte de A Voz da Verdade, y al instituto público ICMbio. Al parecer se conocen o al menos se tienen muchas pistas para lograr revelar ante el mundo a ideólogos, cómplices y realizadores de este magno suceso que llega en la peor crisis medioambiental del planeta. Por razones de compadrazgo, esta vez, no se pueden ni deben ocultar sus nombres…
Es una verdadera atrocidad, que debe pagarse caro. Lamentablemente también vemos con impotencia la calidad y capacidad de políticos que manejan el mundo, ajenos a los trastornos medioambientales, alentadores de las más nocivas extracciones de materia prima, provocadores de un crecimiento irracional a costa de lo que sea. ¿Cómo detenerlos si, además, tienen miles de millones de seguidores? ¿Cómo luchar por una reivindicación ética que salve al planeta, que nos salve como raza en extinción? ¿Cómo hacer que se comprenda que a más dinero y acaparamiento material no somos ni seremos más felices?
Y en medio de estas cavilaciones de tono desesperanzador, observo “Espacio” (Fundación Telefónica, Madrid), exhibición digital realizada por un colectivo artístico teamLab (mentor Toshiyuki Inoko, 2001). Un espacio de inmersión en donde se explora la confluencia de arte, ciencias y tecnología con el medio natural, con el fin último de diluir los límites entre el mundo interior y el exterior. En “Olas negras: perdido, sumergido y renacido” (2019), en una enorme sala oscura unas olas se elevan y rompen sin cesar, multiplicada por espejos estratégicamente colocados, solo hacen que el visitante no deje ni un instante de ser parte de un todo, de un todo poético, único, vital, abrazador…
Al salir a la Gran Vía vuelvo a sentir escalofríos vitales, ajenos a todo desastre, las luces de la ciudad se prenden a tope para mostrar y vender grandes marcas; al tiempo, los “manteros” negros del mundo expenden el falso perfume en la calle, listos para huir de la persecución de policías municipales, y la brecha entre ambos mundos se vuelve cada vez más grande…
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