La deuda, el perdón y China
Desde el estallido de la pandemia, los países de bajos ingresos están clamando la renegociación de la deuda externa, hasta ahora con resultados han sido muy modestos. Los tiempos del Covid-19 urgen un profundo cambio de los prestamistas, y ellos lo saben. Las negociación de los términos de pago es importante, pero la condonación no debe quedar fuera del tablero.
En abril, los países del G-20, entre ellos China, decidieron suspender el cobro de la deuda, hasta fin de año de los países más pobres. Inicialmente, el llamado vino desde el Banco Mundial y el FMI, pero requería el espaldarazo del G-20 para comprometer a China, uno de los principales tenedores de deuda de países de bajos ingresos en África y Asia, y de Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador en América Latina. No obstante, ni el G-20 ni China han hablando de “perdonar” la deuda sino de posponer los pagos hasta el 2024.
En junio, el Consejo de Estado chino anunció la suspensión de pagos de deudas contraídas por 77 países de bajos ingresos. Unos días más tarde, Xi Jinping dijo que China cancelaría, a ciertos países africanos, las deudas sin interés que vencen este año (apenas un 5% de los USD 152 mil millones que China ha prestado a África hasta el 2018) y ofreció trabajar con acreedores internacionales para apoyar a los países africanos más golpeados por la pandemia.
China ha dado menos detalles sobre sus intenciones sobre el manejo de la deuda con América Latina, pese a que la región se ha convertido en el nuevo epicentro de la pandemia. En base a datos de la ONU, es claro que el Covid-19 podría ocasionar un incremento de personas pobres y pobres extremos en América Latina y el Caribe que iría de un 37.3% pre-pandemia a un 50% como resultado de la pandemia. Las economías de Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador, principales deudores de China en la región ya estaban muy golpeadas antes de la pandemia. Quizá el caso menos desesperado en relación a la renegociación de deuda soberana sea Brasil, Venezuela sólo tiene posibilidad de acudir a China, pero sin resultados oficiales hasta ahora. Ecuador y Argentina lo intentan con todos sus acreedores.
Ecuador solicitó a los bancos chinos el reducir y aplazar los pagos, y un nuevo préstamo de USD 2,400 millones. Petroecuador acaba de dar luz verde para implementar una pre-venta petrolera para pagar el préstamo, a pesar de haber sido una modalidad ampliamente criticada por todos los sectores. No menos preocupante es que parte del préstamo se destinaría a pagar préstamos chinos más antiguos.
Postergar los pagos de hoy para mañana no es una solución, como no lo es pedir nuevos préstamos para pagar los anteriores. El G-20 entiende que le beneficia evitar el hundimiento de economías de los países pobres. Es tiempo para Ecuador y para la región de unirse y negociar en bloque con China y otros acreedores, y de realizar auditorías integrales de deudas cuestionables. Después de todo la pandemia nos ha enseñado que de la salud de unos depende la salud de otros, y la vida nos ha mostrado que la pobreza es la enfermedad más contagiosa.