Es el claro propósito de la bancada correísta en la Asamblea, cuando propone declarar ilegítima la deuda con el Fondo Monetario Internacional, FMI. Los 48 legisladores al servicio de Correa, que aparece ofuscado debido, probablemente, a su obsesión por quitarse de encima a cualquier costo la sentencia imprescriptible de 8 años de cárcel. No importa si ello implica destruir las posibilidades de mejoramiento del país.
Hasta ahora han fracasado los planes que ha diseñado para conseguir su objetivo. El último, pactar con el partido Social Cristiano, PSC y con Noboa la estructura de la Asamblea y sus comisiones, con el fin de captar la primera vicepresidencia de la Asamblea, el control de la comisión de Fiscalización y otras, que, en su opinión, le asegurarían su propósito.
Solamente proponer que se declare ilegítima la deuda con el FMI ya ha causado grave impacto a la imagen internacional del Ecuador. ¿A quién se le puede ocurrir tirar abajo un acuerdo logrado en difíciles negociaciones con el Fondo, en momentos en que el país atraviesa la más dura situación económica, social y de seguridad? “Es un país de locos” es el comentario más benigno en el mundo político y financiero internacional. Un conocimiento primario de la realidad señala que cuando un deudor no puede pagar sus obligaciones por la situación que atraviesa, el acreedor le otorga plazos adicionales para hacerlo, para lo cual le concede un nuevo crédito que sustituye al inicial y así contar con plazos adicionales para su pago. A esta operación se le suele llamar refinanciamiento. Si el FMI no habría aprobado este nuevo préstamo, la situación de Ecuador habría sido calamitosa, pues no habría tenido como pagar a los servidores de la educación, la salud, la seguridad y atender otros gastos indispensables del Estado.
Por cierto, el 12 veces doctor en economía honoris causa lo sabe muy bien, pero su enceguecida mente busca causar daño al gobierno de su exaliado. Le tiene sin cuidado si con ello afecta gravemente a su país. Si se agrega el criterio del diputado Taiano, del PSC, que también cuestiona el último acuerdo con el FMI, se concluye, tristemente, que de no ser consustancial con la democracia, mejor sería desaparecer a la Asamblea Nacional.