Los viajes del Vicepresidente, la Ministra de Patrimonio Cultural y Natural e importantes funcionarios ecuatorianos, con asesores y séquito, a las Naciones Unidas, Alemania y distantes países para promocionar la llamada Iniciativa Yasuní, nos parecen cada día que pasa, nada más que un inútil despilfarro.
La prestigiosa revista inglesa The Economist en un reportaje fechado en septiembre 22, comenta sobre la propuesta ecuatoriana y dice que las perspectivas de esta fueron siempre dudosas, en parte, porque el valor neto presente del petróleo que se quedaría bajo tierra es cuatro veces mayor que el valor de mercado de los créditos que el Gobierno esperaría obtener. Sugiere el artículo, que los beneficios de no extraer ese producto son inciertos, pues las compañías, para satisfacer la demanda, tendrían que buscar petróleo en lugares con mayores riesgos de contaminación como Nigeria, donde el Estado no se preocupa de la ecología, o en los fondos marinos, donde es más difícil hacerlo.
También observa el artículo que el mal récord de Ecuador al irrespetar compromisos internacionales, como el caso de los bonos en 2008, le da poca credibilidad con los posibles participantes. En nada ayuda a conseguir donantes, la reciente denuncia de la Asamblea de tratados internacionales. Otra consideración que debe existir por parte de los países más ricos, que son los potenciales contribuyentes, es que Ecuador no es precisamente un país pobre, al compararnos con Haití o Nicaragua en nuestro continente, o con muchos africanos. En esos casos las donaciones son para evitar que niños mueran de hambre y darles mínima protección.
Me da un sabor amargo, vergonzante, al leer que Lenín Moreno está mendigando en la Asamblea de la ONU para un proyecto que no tiene aceptación internacional por utópico, irreal y perjudicial para la economía ecuatoriana, pues el petróleo que se pretende dejar bajo suelo vale al menos cuatro veces más que los recursos que supuestamente obtendríamos.
Los innumerables viajes, además de costosos e inútiles, rayan en lo ridículo, y nos hacen quedar a los ecuatorianos, porque estos funcionarios nos representan a todos, como ingenuos y pedigueños. Ya es hora de acabar con este iluso planteamiento e iniciar el plan B. Mientras nosotros perdemos tiempo y quedamos como tontos ante el mundo, Perú, al otro lado de la frontera, explota el petróleo, con empresas que utilizan técnicas modernas para no contaminar su, igualmente preciado, patrimonio amazónico.
Debemos preocuparnos de que en la fabulosa selva de Yasuní se conserve la variada riqueza biológica, para eso no hay que dejar la riqueza petrolera bajo tierra, solo hay que explotarla adecuadamente.