Esta página de opinión, que por más de cien años ha martillado la conciencia nacional, es uno de los últimos reductos de libertad que aún existen en el Ecuador. Una trinchera que resiste el asedio de quienes creen que hay una verdad que surge de la unanimidad y del silencio; de quienes no entienden ni quieren entender que la democracia es disenso, debate, argumentación y conflicto.
Por casi 20 años he tenido el honor de escribir en ella. Aquí formé mi comprensión del debate público; aquí sentí el vibrar y ebullición del pensamiento social y constaté cómo las ideas y los argumentos, en contrario a lo que muchos piensan, tienen una fuerza irrefrenable frente a los abusos del poder.
En este espacio entendí que lo que llaman opinión pública es un mar de conversaciones que ocurren en todo lugar, sobre cualquier tema, muchas veces alrededor de una noticia o la columna de un periódico. La página de opinión de un diario es un reservorio de ideas y argumentos; es un río por el que corre un torrente de voces que vienen de miles de vertientes disímiles e, incluso, contradictorias.
Aquí hay palabras suaves, posturas fuertes; aquí hay gritos y réplicas. Es un espacio de murmullos y grandes discusiones. Este no es un lugar silencioso ni tranquilo. Aquí hay pasión; aquí hay un dolor intenso por lo que le sucede hoy a nuestro país.
Y es precisamente ese dolor el que me lleva a esta despedida. Siento que es la hora de que en el campo de la política, que es distinto al de este espacio, se libre una lucha definitiva por la democracia, los derechos y las libertades en el Ecuador. Mi vocación, estimados lectores, es participar de esa lucha, intensamente y sin claudicaciones. Y aquello es incompatible con mi presencia semanal en este espacio.
El aprecio y respeto que tengo por ustedes, esta página y el Diario, no consentirían en lo más mínimo que pudiera pensarse que me valgo de él para fines políticos y electorales. Por ello que hoy me despido de esta página y lo hago expresando mi mayor gratitud a EL COMERCIO, su Presidente, Director Adjunto, Subdirector, editores, reporteros y todos los colaboradores del diario, de quienes he aprendido muchísimo, siendo para mí un privilegio el haber compartido con ellos.
Mi recuerdo y gratitud a Guadalupe Mantilla, quien abrió para mí esta ventana y consideró que mis opiniones pudieran aportar en algo al debate nacional.
El Ecuador ya no vive una democracia. El erróneo experimento que nos ha gobernado desde 2007, nos llevó a desperdiciar la década de mayor bonanza de nuestra historia, y nos ha conducido a una crisis económica, ética e institucional sin precedentes. Si no hacemos algo, nos espera una tragedia económica, social y política similar a la que vivimos a fines del siglo pasado.
Lo digo con claridad: El Ecuador está al borde de un colapso económico, ahogado en un mar de corrupción, guiado por un liderazgo irresponsable, en un contexto de descalabro de sus instituciones democráticas. Por ello tomo la opción de la intervención directa y emergente. Me llevo una deuda impagable por la generosidad que me han dispensado.
@cmontufarm