Hemos heredado una desinstitucionalización generalizada, estructurada bajo un eje común de un grupo de gobernantes que coincidieron en las presidencias de unos pocos países de Centro y Sudamérica y que pomposamente se proclamaron líderes de un nuevo socialismo, el del siglo XXI, sin definir conceptos ni objetivos, pero que durante su estereotipada gestión habrían ejecutado una política impositiva, semidictatorial, de fraudulenta utilización de los recursos económicos mediante burdos mecanismos de coimas o sofisticadas modalidades de captación y depósitos secretos de ingentes cantidades del dinero en recónditos e inexpugnables lugares.
Acallaron denuncias y críticas, silenciaron a la prensa, particularmente a valientes periodistas que se opusieron al despilfarro cínicamente instaurado. Desautorizaron el funcionamiento de gremios y organizaciones sociales, en su finalidad de desvanecer todos los obstáculos que se opusieran a sus afanes. Se esforzaron por aniquilar la disciplina militar gestando enfrentamientos de la tropa con la oficialidad. Mancharon el buen nombre de altos oficiales inmiscuyéndoles en delicadas y peligrosas gestiones gubernamentales, cesaron a valiosas promociones de generales y almirantes y los reemplazaron con jefes que ostentaban el mérito de ser cercanos al pensamiento gubernamental.
Esta conducta ha dejado como resultado el aparecimiento de unos pocos oficiales que han manchado la gloria de los victoriosos guerreros que devolvieron la dignidad a la patria, al introducirse en el devastador mundo del tráfico de drogas y en el hurto y venta de armas a los poderosos asesinos jefes de carteles internacionales. Desarmaron la seguridad militar y la cambiaron con una seguridad política de seguimiento a opositores, líderes sindicales y funcionarios del mismo gobierno, pero dejaron inerme la vigilancia fronteriza. Urge reinstitucionalizar a las fuerzas armadas. Estamos convencidos de que el actual ministro de defensa está inmerso en ese cometido.
Adquirieron, con sobreprecio, grilletes de control cautelar para delincuentes y uno de ellos, acusado de peculado por contratos de la Secom y que ocasionó la quiebra del canal que hacía de matriz de las sabatinas, por una deuda de USD 6’000.000, encontró la oportunidad de mofarse de las autoridades de justicia y del país, al obtener (por declaración propia) ayuda de personas muy cercanas al presidente Moreno para, burlonamente, demostrar la ineficacia de los artefactos y de las autoridades.
No es justo que los asambleístas de Alianza País bloqueen consuetudinariamente el castigo a los actos delictuosos.
Tampoco es aceptable que el hacker malagradecido que está en la Embajada del Ecuador en Londres, ofenda nuevamente al país y no sea expulsado.
Toma vigencia el adagio popular “cría cuervos y te sacarán los ojos” y adquiere actualidad uno paralelo: “mantén borregos y te traicionarán”.