En cualquier institución que se elimine el ingreso de personal a su estructura orgánica, se recorte improvisadamente el personal profesional de sus cuadros y se le cambie sus misiones y responsabilidad fundacionales, lo que se obtiene es otro tipo de institución, si es que todavía se la quiere mantener.
Este tipo de decisiones que se cumplen sin una evaluación diagnóstica institucional, para contrastarla con las amenazas a enfrentar y misiones legales a ser cumplidas, no es realizar una reingeniería institucional o reforma que busque la optimización de su trabajo, sino más bien es una estrategia indirecta, de encubierto impacto sicológico pero de gran desgaste.
El estratega francés Andre Beaufre a esta estrategia la denomina figurativamente de la alcachofa; es decir, con el desprendimiento sucesivo de pétalo a pétalo se llega al corazón para consumírsela.
Eliminar el Servicio Militar obligatorio, haciéndolo pasar primero como voluntario y luego como formación de oficios y labores sociales, sin capacitación militar, ni formación de combate, significa eliminar el contingente de soldados que tiene el Ejército, con lo cual no se tiene ni soldados profesionales en el orgánico como es el caso de los países desarrollados, ni soldados para desempeño militar; peor aún si se recortan los cuadros de su personal profesional.
El desarme como utopía es una noble aspiración humana y política, por eso existe una comisión de desarme en el marco de la ONU, con procedimientos técnicos de aproximación a sus elevados propósitos mediante Medidas de Confianza Mutua entre los países, con homologación y registro de gastos de defensa, que se encuentran incluidos también en los proyectos del Consejo de Defensa Sudamericano de la Unasur.
Procesos que deben ser bilaterales o multilaterales basados en convenios y tratados específicos internacionales que respetan la capacidad de defensa nacional al que tienen derecho los países.
Un desarme agresivo unilateral es irresponsable y suicida. No es lógico despojarse de los legítimos derechos a la defensa y de garantía a la diplomacia para el cumplimiento de los tratados firmados otorgándose gratuitamente supremacía político estratégica a otros Estados.
En la Asamblea General de la ONU de 1982, el discurso del papa Paulo V I reconocía de antemano que la paz se construye través de la política y el “equilibrio de fuerzas” e intereses entre los países; de otra manera sería caer en la provocación al autoexcluirse de la defensa y disuasión.
El optar aisladamente por el desarme es además, convertir a la defensa soberana de un Estado en un protectorado, por parte de potencias de espontánea protección que aprovechan la oportunidad para ampliar su influencia geopolítica, con el aplauso de oportunistas que alientan la desaparición de la conciencia nacional de defensa.