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Derechos y derecha

Es inquietante la creciente similitud entre el Gobierno de Alianza País y el régimen de Febres Cordero. Igual que en la época de Febres Cordero, la amenaza del desorden y la delincuencia promueve un discurso de mano dura y de intervención directa del Poder Ejecutivo en la administración de justicia. Igual que en la “larga noche neoliberal”, se promueven prácticas que atentan con los derechos y con la Constitución, para ocultar el fracaso del Régimen en la lucha contra la inseguridad.

El diseño de Montecristi, y ahora el viraje a la derecha del Régimen, interrumpe un proceso de reinstitucionalización del sistema de justicia que ha estado en el centro de las demandas ciudadanas de cambio, y regresa a una concepción de extrema politización y control del Poder Judicial, que atenta contra los principios básicos del constitucionalismo y de la vida democrática.

El diseño de Montecristi presenta una composición en la cual su dimensión orgánica (el diseño organizacional del Estado) contradice a su parte dogmática, en la cual se define el carácter garantista del Estado. La nueva Carta Magna debía ir más allá de la retórica declarativa y permitir la vigencia de los derechos a través de un sistema de justicia que, finalmente, no iba a estar en manos de quienes detentaban el poder.

Para ello, se diseñó un intrincado mecanismo que debía garantizar la selección de jueces probos, mediante procesos meritocráticos vigilados por la ciudadanía, se incluyó toda una estructura institucional que debía posibilitarlo, el llamado ‘quinto poder’ del cual ahora se prescinde. Lo que se evidencia en la actual crisis política es que, a la débil articulación entre la parte dogmática y la orgánica de la Constitución, se suma la interferencia del Presidente que presiona hacia una concentración de poderes más marcada que la ya definida en el actual marco normativo.

Lo que debía ser el fin de la “larga noche neoliberal”, de la prepotencia de los grupos de poder, de la intervención sobre la justicia y el castigo a los más débiles, terminó en la reedición del discurso y de las estrategias socialcristianas: ante el avance de la delincuencia, se responde con el recorte de los derechos, ante la incapacidad de los jueces, es preciso “colocar” a personas de confianza que luego puedan responder a las revanchas o resentimientos del líder.

El viraje autoritario es tan claro que un sector de la izquierda que hasta hace poco estaba sometida al proyecto de Alianza País finalmente aprende la importancia de la democracia, del respeto a la Constitución y a los procedimientos democráticos.

Lo que buscaba ser una ocasión para renovar la legitimidad del líder en las urnas, puede convertirse en el punto de inflexión sin retorno del Régimen.