Intervenir a quienes violan reglas

Es posible y deseable investigar, intervenir y hasta sancionar a gobiernos que violan reglas democráticas, DD.HH., limitan la libertad de prensa, atentan contra el medio ambiente o irrespetan a minorías sexuales o culturales.

Quienes agitan las banderas de soberanía y no intervencionismo son, casi siempre, culpables.Entre gritos, insultos y desvaríos, populismos, gobiernos corruptos y presidentes fundamentalistas protestan cuando agencias de la ONU los señalan o se indignan cuando la Secretaría de la OEA por fin actúa –en el caso venezolano-. También se declaran agredidos cuando una ONG los denuncia y expone. Lo mismo sucede cuando los medios de comunicación logran sacar a flote sus faltas.

El mundo camina desde hace rato y afortunadamente hacia la defensa y reconocimiento global de diversos derechos. En los últimos decenios se firmó una batería de instrumentos internacionales que claramente superan el viejo concepto de soberanía. Además, en muchos casos, esos instrumentos definen sanciones supranacionales contra quienes violan determinados principios.

En mayo, la Cancillería de México, país que tradicionalmente fue un exponente ejemplar de la doctrina de no intervención, anunció que tales ideas están en revisión pues corresponden a otros tiempos y realidades.

Según la canciller Claudia Ruiz Massieu, “los principios tienen una función rectora, no definitoria. Por ejemplo, decir que México viola los principios de política exterior al pronunciarse sobre la situación de otro país es hacer una interpretación a ultranza de la no intervención, cuando los acontecimientos de los últimos 25 años han creado nuevos entendimientos, consensos y valores en el mundo en el que los asuntos no son solamente cada vez más globales, sino también más intermésticos (interdependencia entre política exterior y agenda interna)”.

Con tal postura y por recibir en México a la esposa y a la mamá del opositor encarcelado Leopoldo López, era entendible que la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, acusara a su homóloga de hacerse “eco de la campaña apátrida contra Venezuela”.

La globalización social y económica y el papel de grupos no gubernamentales pioneros como Freedom House, Amnistía Internacional o Greenpeace, que iniciaron tareas de denuncia internacional, alentaron y presionaron a gobiernos para crear instrumentos de vigilancia y sanción supranacional.

Las reglas democráticas mínimas, los derechos humanos, la libertad de prensa y otros principios no son más temas acorazados y de exclusivo interés local. Por eso, cuando están siendo clara e impunemente violados como en el caso del Gobierno de Venezuela, la actuación del Secretario de la OEA destaca. Otros populistas deberían poner sus barbas en remojo. Bienvenida la intervención.

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