¡Los vientos de la nueva Guerra Fría aparecen por el orbe! En el fondo es la lucha sempiterna por el poder mundial, que ha minado la existencia de las Naciones Unidas, y promueve la aparición de nuevos focos de conflictos donde se confunde, peligrosamente, el terrorismo de Estado con los terrorismos emergentes anclados a los fundamentalismos.
El mundo del siglo XXI es diferente. Las derechas y las izquierdas se hallan decapitadas -sin doctrina ni propósitos- y yacen en la penumbra de la Ciencia Política arrumada en las enciclopedias, mientras la realidad se alimenta de incertidumbres.
Las características de estos procesos, que se acercan al anunciado holocausto son, entre otras: el declive de los Estados nacionales; la voracidad de las transnacionales tecnológicas; las guerras, supuestamente focalizadas, que ensayan armas de última generación; la revancha de la naturaleza por obra de la crisis climática; el silencio de las religiones; la aparición de mafias que permean a los Estados, así como el odio y la venganza en el discurso de los líderes; y la revolución de los migrantes, en diferentes regiones del planeta.
El ocaso del capitalismo y del socialismo es evidente. El primero cobró fuerza con el denominado globalismo, que instituyó el mercado -neoliberalismo– como la égida del progreso, en favor de la acumulación del capital en desmedro de la pobreza mayoritaria; y el segundo, que capituló ante la nomenklatura, y el “paraíso” convertido en tortura para las masas irredentas. Se habló también de terceras vías, pero ninguna pudo consolidarse.
En el contexto regional y nacional, el espectro es similar: se observa que los sistemas políticos, jurídicos y económicos están agotados, y las instituciones por los suelos. Gobiernos que no gobiernan; líderes que persiguen intereses particulares; discursos vacíos de humanidad; preeminencia de las redes sociales que contaminan todo, y pobreza económica y moral en el horizonte. Si a lo anterior se añade el silencio de la academia, el espectro se complejiza.
La construcción de nuevas Naciones Unidas es urgente, más allá de las ideologías, porque el mundo necesita una paz positiva con justicia, seguridad y libertad anclada al multilateralismo, y no al sometimiento a poderes económicos de izquierdas o derechas. ¡La lucha ahora es contra todo tipo de totalitarismos!