Democracia y campaña

La democracia más que en reglas escritas se concreta primero en el ‘espíritu’ de un poder democrático. Un poder dividido, frenando su concentración, entre varios poderes del Estado, en contrapeso, independientes mutuamente; y, entre varios niveles de gobierno. Este poder que emana del voto del pueblo tiene por límite la ley, no es carta en blanco para hacer lo que quiera y debe dar espacio a la sociedad civil para decidir. Esto puede no estar escrito, pero vale más que ley. El interés colectivo se construye en colectivo no solo con la idea del ganador; ello funciona si gobernantes y sociedad civil adquieren legitimidad con transparencia, con reglas del juego reconocidas y las más importantes son las no escritas. La democracia es ante todo un sentido, un ‘espíritu’ de reglas de juego de respeto mutuo. Si no están escritas, se las crea con precedentes que asumen ese sentido de democracia. Aquí, en que la disputa por el poder es exacerbada, vivimos en disputa sobre estas reglas. Al Código de la Democracia cada cual lo define a su gusto, su sentido no es visto como prioritario, la gente se limita a sus normas explícitas.

La campaña referendaria debería ser transparente, sin dudas, sobre su funcionamiento. Las normas explícitas dicen más sobre elecciones, pero el sentido del referendo es de una competencia de ideas diferentes sobre los temas por decidirse. Las posiciones diversas deben poder contrarrestarse y debe asumirse esto considerando las circunstancias, para garantizar el ‘espíritu’ democrático. Debería garantizarse que los pro y los contra puedan argumentar, tanto en la propaganda como en los espacios de prensa. Ya tuvimos la experiencia positiva, la prensa dio espacios a las posiciones diferentes. El Gobierno debe tener espacio para presentar su propuesta, pero las posiciones diversas deben tener el mismo espacio. El CNE felizmente definió el mínimo pedido por ley. Empero del contexto olvida que el Gobierno tiene exceso de espacio en los medios estatales con entrevistas y noticias; y, que la propuesta invita a una decisión emocional, creer o no al presidente, y no racional.

Es claro que la ‘sabatina’ es más que rendimiento de cuentas. No se atenta al derecho de informar del Gobierno al no hacerlo en contadas semanas. En cambio, la democracia gana, la sociedad sabrá que debe consagrarse a un momento crucial. El CNE debe prohibir las ‘sabatinas’. Pedir que no se trate el tema de campaña es irrisorio, hay tantos modos de tratarle y, el CNE no podrá luego sancionar; no lo hizo antes. ¿El Tribunal Contenciosos Electoral será independiente? El poder electoral, en lugar de consolidarse como poder independiente, perderá autoridad, no ayudará al sentido de democracia. La transparencia debería valer más que cálculos.

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