Peor es nada, se puede decir. Al menos conocemos a varios desconocidos alquilando casilleros en «partidos», dándose el gusto de ser candidatos. Ya los conocemos en la trivialidad, el simplismo del análisis, el baratillo de ofertas, y la reducción de la política a frases pre elaboradas. Por cierto, el formato de un debate rígido, el olvido de temas claves como la necesidad de la reforma política, el conocer previamente los temas y las preguntas de cajón, hicieron un debate de poca de utilidad.
Hay una frase de Hannah Arendt apropiada para lo que vimos en el debate del domingo 19, dijo que «la verdad y la política nunca se llevaron bien (…) y la veracidad no es la virtud de la política». Imperó un radicalismo populista y el simplismo engañoso. La mayoría ofrece, de todo, hasta un tren bala, sin decir el cómo y con qué recursos, en un país con una crisis fiscal severa. Felipe González. El ex jefe del Gobierno español decía: «Son de temer las voces de los populismos de cualquier signo». Ofrecer, bajar el IVA al 10%, un salario mínimo a $ 600 dólares, todo regalado y hasta el rechazar y excluir la inversión extranjera, es la subasta tramposa del mercado de la demagogia.
Qué fácil es ofrecer por ofrecer. Programas: «Ocico», «Chino», «Papa», «Naño», «Artiller-I.A.», está entre lo grotesco y el charlatán de la feria de pueblo que promete la pomada que cura todos los males. Da razón a la expresión de Franklin Roosevelt cuando dijo: «Un radical es alguien con los pies fuertemente plantados en el aire»; y, la sabia afirmación de Ortega y Gasset «En las grandes crisis no sabemos lo que nos pasa y esto es precisamente lo que nos pasa. No saber lo que nos pasa»
La polarización está intacta. No hay posibilidad alguna de una tercera opción. La preferencia de los ciudadanos está concentrada en Daniel Noboa y la señora González, de quien por fin sabemos que vive de la política. Se dice que el poder desgasta. Pero Giulio Andreotti agregó: «No desgasta el poder, lo que desgasta es no tenerlo». Ahí está la ventaja para Daniel Noboa. Lo que otros problematizan y prometen, el presidente se da el lujo de decir que él ha hecho y está haciendo. La gente prefiere la continuidad, antes que volver al pasado infernal.