Cuando se oye a los funcionarios del gobierno hablar sobre el proyecto del Código de la Producción, parece imposible haber vivido sin él. Pero no sólo que hemos vivido sin ese Código sino que, en algunos años, la economía estuvo bastante mejor de lo que está ahora.
El mencionado Código busca fomentar la inversión privada, lo que resulta un objetivo muy loable porque esa inversión anda bastante alicaída desde que empezó este Gobierno. Usando información del Banco Central, se puede calcular que entre 2006 y 2009, la inversión privada en el país cayó en 27%.
Pero hasta el año 2006 la inversión privada había venido creciendo todos los años desde el 2000. Para ser exactos, había crecido en 85% (descontando la inflación). En otras palabras, en los 6 años anteriores al advenimiento de los ‘corazones ardientes’, el sector privado invertía más y más. Y claro, ahora, cuando la inversión privada ha caído tan fuertemente, ahora se necesita un Código para solucionar problemas que ni siquiera existían hace 4 años.
Entre 2001 y 2006, cuando no había códigos orgánicos con nombres rimbombantes, ni exenciones tributarias o ‘sectores estratégicos’, las empresas invertían más cada año. Hoy, después de cambiar la Constitución y todas las reglas de juego en la economía, después de tres reformas tributarias, una incalculable cantidad de insultos y con un proyecto de Código de la Producción inspirado en una “sustitución inteligente de importaciones”, los privados invierten mucho menos.
Si bien lo ideal sería retroceder en el tiempo a aquella época en la que el sector privado invertía sin que le tengan que crear incentivos artificiales o ponerle salvaguardias arancelarias, hay que reconocer que ese Código tiene algunas cosas positivas. En especial hay que resaltar aquellos temas en los que se retrocede en algunos de los productos de las más absurdas novelerías de los primeros meses de revolución ciudadana.
Quizás la más positiva es reinstaurar la contratación por horas que fue derogada en el famoso (y dañino) ‘Mandato 8’. La disposición reformatoria quinta, numeral dos del proyecto de ley modifica discretamente el código laboral, de manera que sin usar el término ‘contratación por horas’, logran crear el mismo concepto jurídico.
La contratación por horas propuesta en el Código es un paso positivo pues hay varias actividades económicas donde la carga de trabajo es tan volátil que no se puede tener empleados con jornadas de ocho horas y solo de lunes a viernes. Claro que lo ideal hubiera sido nunca derogarla.
El Ecuador vivió muchos años sin Código de la Producción y si no se hubieran cometido los absurdos de los últimos 4 años, podríamos seguir haciéndolo (y posiblemente hasta nos iría mejor).