Concluyo el análisis de estos cuatro años de gobierno con la política exterior. Hay que decir que el gobierno de Alianza País empezó su ejercicio internacional con un as inigualable: la hoja de vida del presidente Correa. Ser un académico graduado en excelentes universidades del Primer Mundo, joven y además de izquierda le permitió abrirse muchas puertas en foros internacionales, regionales, en países europeos y americanos. El interés se tradujo en una amplia colaboración de la Unión Europea, Alemania, de alguna manera EE.UU., pero sobre todo España, además de apoyo para negociaciones comerciales más amplias, la aprobación de la Atpdea, y líneas de cooperación al desarrollo. El punto más alto de este escenario optimista fue la solidaridad expresada tras el bombardeo colombiano a territorio nacional.
Sin embargo, las oportunidades no fueron acompañadas de sindéresis institucional: demasiados cambios de cancilleres, de estructuras al interior de Cancillería y hasta embajadores y funcionarios claves, no generaron procesos de cambio de largo plazo. En un solo gobierno, se han presentado al menos tres planes de política exterior y, se sigue trabajando en otro sin haber asentado los anteriores.
El Ecuador no tiene un norte claro y sencillo en política exterior alrededor del cual actores locales e internacionales puedan trabajar y que sea menos ostentoso que “cambiar las inequitativas estructuras del sistema internacional” como consta en la Constitución de Montecristi.
La ventana de oportunidades empezó a cerrarse paulatina y diplomáticamente con el ingreso del Ecuador a la Alba, donde el régimen confirmaba las advertencias de los más rancios ideólogos de la derecha. El proceso ecuatoriano se perdió simplificado por el bolivarianismo venezolano. La atribulada participación del Ecuador en la crisis hondureña generó aún más interrogantes. La crisis del ITT en enero del 2009 fue un golpe difícil de superar para aliados más cercanos como España o Alemania. La política exterior había llegado a un estado perfecto de mediocridad: ni tan mala para preocuparse, ni tan buena como para posicionar al Ecuador internacionalmente. Se había recuperado el sentido de soberanía pero sin logros trascendentes.
No obstante, nada ha demolido tanto la imagen inicial en el exterior como las acciones posteriores al 30 de septiembre, cuando el Presidente puso como prioridad de política exterior generar apoyos diplomáticos a la tesis del golpe de Estado e impulsó en foros como la Unasur y la OEA, nuevos candados internacionales a procesos políticos locales (cartas democráticas), una tesis típica de la derecha conservadora estadounidense. Esto, sumado a los recientes informes sobre la situación de derechos humanos y libertades amenaza con limitar en extremo el prestigio internacional del Ecuador, disminuyendo su margen de maniobra en temas como la Atpdea y la negociación con Europa.